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viernes, 21 de diciembre de 2007

Stardust


Hace poco he tenido la suerte de ver, poco antes de que desapareciera de cartel, esta preciosa película de Mathew Vaughn que se estrenó a finales del pasado mes de Octubre. Y digo suerte porque me ha permitido disfrutar de una película como no encontraba desde hacía tiempo dentro del género fantástico, ya que consigue aunar lo que personalmente le pido a un buen film de este tipo: entretener y contar una bonita historia, sin abundar en los consabidos efectos especiales, no más de los necesarios al menos, ni caer en los tópicos de siempre (independientemente de su predecibilidad), cogidos de aquí y de allá, y que denotan una escasa consideración hacia el espectador de fantasía actual. En definitiva, es capaz de transmitir esa sensación de trasportarse, durante las dos horas de metraje, a un mundo épico y lleno de maravillas.

Basada en la aclamada novela gráfica homónima de Neil Gaiman y Charles Vess de 1997, posteriormente convertida en libro, Stardust es toda una fábula o aventura romántica, en la que no faltan ingredientes propios como la magia, los personajes malvados, príncipes de verdadera sangre azul pero poco convencionales, el humor, los duelos, los prodigios y los paisajes asombrosos o escenarios de belleza solapada. Un cuento de hadas que gustará a un público muy amplio, mayores y pequeños, y no aburre en ningún momento.

Stardust nos cuenta una historia aparentemente sencilla, pero que está plagada de multitud de detalles, presentes o bien de esos que tan sutilmente dan alas a la imaginación, que la enriquecen por momentos. La aventura comienza en el pueblecito victoriano de Muro, en plena campiña inglesa, cuyo nombre le viene de encontrarse junto al irregular muro de piedra que lo separa del mundo paralelo de Stormhold, en el que la magia y todo tipo de criaturas faéricas son algo habitual. Sin embargo, los habitantes de Muro llevan una vida tranquila y pacífica al margen de esta fantástica vecindad. En esta perezosa localidad vive Tristan Thorn, un muchacho desconocedor de sus orígenes, que desempeña un trabajo de tendero, y cuyo mayor deseo es atraer la atención de la hermosa Victoria, a la cual la existencia de Tristan le resulta casi indiferente. Para conquistar su corazón, le promete conseguir la estrella caída del cielo que ambos contemplan una noche despejada. Pero esta estrella ha ido a parar más allá del muro, por lo que Tristan tendrá que iniciar un viaje al mundo desconocido que se encuentra al otro lado de éste. Allí las cosas tienen otra apariencia, de modo que lo que el joven se encuentra después de traspasar las fronteras de su propio mundo no es un trozo de roca celeste, sino a Yvaine, una preciosa muchacha, personificación de esa estrella, que todos ansían, como enseguida descubrirá. Porque tras la pista de esta estrella se hallan, cada uno con sus intereses particulares, una bruja y sus hermanas, que pretenden de esta forma perpetuar su propia juventud y belleza, así como los hijos del rey de Stormhold, pues es la clave para alzarse con el trono del reino. Comienza entonces una persecución desesperada en la que Tristan empezará a asimilar las cosas de otra manera e iniciará un claro aprendizaje vital.

Puesto que no he leído, por ahora, la novela ilustrada de Gaiman, no podría entrar a valorar si la adaptación de la misma es todo lo fiel que a sus lectores les gustaría. Sí se afirma que respeta la parte más visual, por lo que a la estética y los dibujos de Charles Vess se refiere. Sin embargo, se ha mencionado que le falta cierto toque macabro e irónico propios del autor (a pesar de que hay escenas, como la del viejo rey agonizante frente a sus tres hijos vivos, entre otras, que bien podrían contradecir esta opinión) además de haberse tocado, en favor de los patrones fílmicos, tanto el principio como el final de la historia (éste último, bastante almibarado y convencional para mi gusto). En todo caso, encuentro estupenda la realización de Vaughn, que ha logrado acercar esta película a otros títulos modélicos del género a los que indudablemente nos recordará, como La princesa prometida, Lady Halcón (también de una Pfeiffer sobresaliente - y es que cuando esta mujer se cree sus papeles, los borda) o el mismísimo Willow, clásico entre los clásicos. Aunque el argumento despliegue los temas comunes del género (el amor incondicional, el viaje iniciático, las relaciones ocultas entre los personajes, los valores de la magia, etc), la película se mueve con absoluta fluidez, desdeñando los efectos especiales 'de bonito' para la gran pantalla -los que hay están al servicio de lo que se nos está contando y no aparecen porque sí- y apostando por la historia por encima de todo.

Esto se consigue en buena medida gracias a la sobrada interpretación de un elenco de actores que en general están a la altura de las circunstancias. A destacar, como ya he mencionado, la actuación de Michelle Pfeiffer, en un creíble papel de bruja malvada que hará que nos enamoremos de esa perfidia divertida ya desde los primeros minutos de su aparición y a medida que sufra la transformación de su personaje. También el que le ha tocado desempeñar a Robert De Niro en esta ocasión, aportando el toque de humor más curioso de la película, en un papel inventado para la misma, todo hay que decirlo. Si su actuación ha sido hasta cierto punto criticada, al hilo de sus últimas apariciones de escaso empaque en la gran pantalla, hay que argüir en su defensa que es totalmente admisible que actores de su talla se tomen la licencia de 'descansar' con este tipo de papeles, no por ello mediocres ni condenados a pasar desapercibidos, sino sencillamente diferentes. Quizá, eso sí, las apariciones de su personaje, que hubiera sido mejor que pasará por anecdótico, están alargadas más de la cuenta, probablemente con la finalidad de rentabilizar al actor. En todo caso, su papel en este film ha despertado sentimientos encontrados: entrañable para algunos, risible para otros. Curiosamente, los protagonistas principales resultan menos atrayentes, aunque cumplen con lo que se espera de sus personajes. El papel de Tristan (Charlie Cox) peca de falta de carisma, sosería y una inevitable semejanza a lo que nos tiene acostumbrados el torpe Orlando Bloom, por poner un ejemplo (es decir, un papel tirando a plano y anodino). Es una pena que el personaje que tiene que marcar el ritmo de la historia porte este lastre, aunque no sé si otro actor lo hubiera podido desempeñar mucho mejor. Claire Danes en cambio, en su papel de Yvaine, nos regala a ratos una actuación que luce con el fulgor propio del astro que interpreta, transmitiendo una dulzura de la que es difícil no embriagarse, pero también atraviesa momentos un tanto artificiales. Tampoco podemos omitir mención a las actuaciones de hábiles secundarios, como los hermanos fantasmas, los piratas voladores del capitán Shakespeare, Ferdy el comerciante de rayos, o la bruja de la ciudad-mercado. En definitiva, unos actores convencidos de lo que hacen.

El desarrollo de los acontecimientos nos permite extraer ciertas enseñanzas, como toda fábula que se precie lleva aparejadas. En este caso, la capacidad de valorar lo que tenemos, más que lo que ansiamos, y que a veces tenemos delante de nuestras propias narices. También el reconocimiento personal por lo que somos, y no por lo el trabajo que desempeñamos, las apariencias externas, etc. Pero para mi éste no es el apartado principal de la película: no pretendo que el cine me enseñe nada ni que se ocupe de trascendentalismos, sino que me entretenga -de una forma inteligente, eso sí- y me enganche lo suficiente para guardar un buen recuerdo de su visionado.

El resultado, ya digo, es un producto audiovisual tremendamente ameno, emocionante, divertido y que nos hará esbozar más de una sonrisa de satisfacción al gozar de una sensación parecida a la que podíamos sentir con aquellas películas capaces de impactarnos hace años, cuando éramos seguramente más fáciles de impresionar, pero también cuando la fantasía en el cine se dirigía con una mayor honestidad hacia el espectador, sin técnicas digitalizadas ni otros amaños absurdos y prescindibles del ordenador. Magnífica para disfrutarla en el cine, junto a la agradable banda sonora de Ian Eshkeri, en uno de esos largos fines de semana de invierno.

En fin, una delicia de cuento que me ha resultado lo suficientemente llamativo como para interesarme por la reedición en estas navidades de la novela ilustrada que le dio origen (cuando la lea, ya os contaré qué tal, y de este modo mi opinión sobre la película será más completa). Todo un descubrimiento que, ¿por qué no?, podría convertirse en un clásico del género de aquí a unos años.


Trailer de la película:


'Stardust' se estrenó en cines el 26 de Octubre de 2007
Dirección: Mathew Vaughn
Guión: Mathew Vaughn - Jane Goldman
Producción: Mathew Vaughn - Lorenzo di Bonaventura
Michael Dreyer - Neil Gaiman

Banda sonora: Ilan Eshkeri
Reparto: Charlie Cox (Tristan Thorn), Claire Danes (Yvaine), Michelle Pfeiffer (Lamia), Robert De Niro (Capitán Shakespeare), Peter O'Toole (Rey), Sienna Miller (Victoria), Primus (Jason Flemyng), Secundus (Rupert Everett), Una (Kate Magowan)

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