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martes, 1 de abril de 2008

Percevan (II): El sepulcro de hielo

Luguy - Léturgie - Fauche (Glenat. 1983)
Grijalbo. Ediciones Junior (1985)
Edición original: Le tombeau des glaces

Atención:
este artículo puede revelar detalles sobre el argumento.

Aprovechando que hoy mismo ha saltado la noticia de la ya inminente publicación simultánea de los números 1 y (por primera vez en español) 11 de Percevan por Norma editorial, voy a introducir un resumen sobre su segunda entrega; continuación y cierre del ciclo de Ingaar: El sepulcro de hielo. Sirva así para, junto a la entrada anterior de este monográfico, hacer de reseña de lo que muy pronto serán novedades que estarán en la calle.

Al finalizar el primer número, dejamos a Percevan recuperándose de una muerte que parecía segura y presto a emprender la persecución del barón Piedramuerta y de su sirviente Polemic, que haciendo uso de sus mezquinas artimañas ha logrado arrebatar a sus legítimos poseedores las tres piedras-estrellas de Ingaar, con la intención de engastarlas en la corona que le otorgará el poder supremo. Así, el barón y su vil esbirro navegan en dirección a Trondheim, en Noruega, el remoto país de los fiordos, en busca de la tumba que esconde el mayor de los secretos de Ingaar.


Percevan y su ya inseparable amigo Kervin efectúan el mismo viaje, pero a caballo, hasta la costa, lanzándose tras la pista del barón con la intención de frustrar sus planes y recuperar las estrellas robadas. Pero para eso tendrán que ser los primeros en descubrir la tumba de Ingaar, el lugar donde se encuentra la corona del viejo rey. ¿Llegará Percevan a tiempo? Emprende el viaje bajo los buenos auspicios de Balkis (ausente en esta aventura, salvo en los recuerdos del caballero) hacia el lejano norte, cabalgando entre la nieve y la ventisca, navegando entre los fiordos de gélidas aguas. Sin embargo, no serán los únicos tras el rastro de Piedramuerta...

Con este álbum iniciamos una travesía en la que Luguy tiene tiempo de recrearse maravillosamente en los paisajes, envolviéndonos en ambientes diversos, pero siempre bajo el dominio del frío, la nieve y el hielo como testigos, que se destilan de cada viñeta. Igual ocurre con algunas arquitecturas llamativas, como la pintoresca iglesia de típica construcción nórdica, o los pormenores de algunos relieves: el bello retablo de la misma, las embarcaciones o el enterramiento de Ingaar en las grutas cuajadas de estalactitas heladas. Entre bosques, fondas y ciudades, saltamos de unas pericipecias a otras de ambos grupos a lo largo de su trayectoria, haciendo parada en hosterías al abrigo de las bajas temperaturas, en las que disfrutar de una agradable compañía (y un buen plato de habas con tocino para Kervin), antes de volver a coger las riendas de sus monturas.


Hay una faceta muy curiosa e interesante en este tomo relacionada con la ubicación histórica del relato; cuestión en la que se abunda en sucesivos álbumes y que corrobora este empeño por parte de sus autores. No estamos ante una Edad Media indeterminada, como sucede tan comúnmente en otras historietas fantásticas, y ello lo demuestran las referencias a lugares reales, o las alusiones apostólicas, por poner un par de ejemplos. Los protagonistas hacen su primera parada en la ciudad de Hedeby, importante asentamiento vikingo (como pudo haber sido la quizá más conocida Birka) situada en el extremo sur de la península de Jutlandia (Dinamarca) y que alcanzaría su apogeo entre los s. VIII y XI. Se trataba de una de las ciudades más antiguas del país, popular centro mercante estrechamente ligado al Danevirke, actualmente emplazada en la frontera germano-danesa. Como bien aclara el marinero Olav, que ofrece su hospitalidad a Percevan y Kervin, la ciudad ya fue rebautizada Schleswig después de haber sido arrasada aproximadamente un siglo antes (efectivamente, el ataque al que Olav hace mención tuvo lugar cuando las tropas de Harald Hardrade asolaron la población en 1.050). Gracias a estas precisiones temporales, podríamos deducir por tanto que la aventura de Percevan se desarrolla en torno al s. XII. Aunque no hemos de fiarnos excesivamente de este dato, ya que posteriores entregas con referencias de este tipo darán lugar a contradicciones temporales. También se apunta a Trondheim (en Noruega), el lugar desde el que los buscadores pretenden localizar la legendaria corona - y que sin embargo Luguy y Léturgie parecen ignorar, o han preferido omitir, que en aquella época se denominaba Nidaros. Por último, profundizando en este punto, en Noruega también, la isla de Vega que protege la tumba de Ingaar existe realmente, así como otras islas que enumera Kervin en el pergamino que encuentra en la cripta. Percevan le interrumpe en su lectura a medida que su regordete amigo cita islas de la costa subiendo hacia el norte... ¡Está claro que los autores conocen bien el país, porque hace falta un buen mapa para encontrar todos estos lugares!


Como he dicho, también se hacen referencias al Cristianismo, que en la época que hemos determinado que se sitúa la historia ya se había instalado con fuerza en aquellas regiones. Así que los protagonistas se encuentran a su paso todas estas costumbres católicas arraigadas y, de hecho, es una especie de cita bíblica la que les pone sobre la pista de la tumba, al buscar 'la piedra levantada ante Dios' para obtener indicios de su paradero. Por eso, escenarios como el enterramiento nórdico en un drakkar bajo la bóveda de hielo de la isla Vega aparecen ya como un uso pagano.


No es difícil percatarse de que la evolución gráfica en este álbum es enorme y sorprendente. Los personajes adquieren ya un aspecto bastante afinado que va a ser casi definitivo para el resto de la serie. Se aprecia una rápida adaptación de los autores, que han pulido tanto el dibujo como el guión, y se nota que enseguida le han cogido gusto a los personajes. Notable mejoría igualmente en el uso de los colores en escenarios y segundos planos, que refuerzan una postura mucho más bella en página.

Esta es una aventura a la que no le falta de nada y que enmenda la aparente simpleza que pudieramos encontrar en la primera parte del ciclo. Hay misterio e intriga, mientras deambulamos con Percevan por la cripta o a través de las galerías subterráneas de Vega, o ante la reaparición de Cienciencias. Prosigue el efecto cómico, sobre todo con las situaciones que protagoniza Kervin y su adorado pollino Aníbal, con toda una serie de gags, gracietas y juegos de palabras. E incluso las dificultades y dilaciones que caballero y trovador encuentran en su camino, como el tramposo de la posada o la intervención de Ludovico, dan lugar a pequeñas subtramas que hacen la historia más variada. Sin duda, se trata de una continuación con gancho. Seguramente los kobolds, los trolls y los korrigans acompañan en verdad a nuestros héroes en esta aventura, tal y como expresa el deseo de Balkis.

Eso sí, no podemos evitar hacernos la misma pregunta que Percevan se formula al finalizar la historieta: ¿cuál será el verdadero alcance de la estrella de Ingaar? Hasta la fecha, desconocemos la respuesta a esta cuestión pero, conscientes del recurso empleado con frecuencia por el tandem Luguy-Léturgie de rescatar elementos de aventuras anteriores, como se comprobará en futuros álbumes, no sería extraño que volviésemos a tener noticia de este enigmático objeto.


Continuaremos hablando pronto de Percevan, sobre todo teniendo presente que el siguiente tomo es especialmente memorable, pero no quiero finalizar este artículo sin lanzar un llamamiento para que, ahora que la reedición es una realidad, no lo penséis dos veces a la hora de haceros con esta serie en la próxima visita a vuestra tienda de comics habitual, si en verdad gustáis de la fantasía.

1 comentario:

Enrique Jaramillo dijo...

Este fue el mas reciente que consegui, hace 6 años. Muestra una historia interesante, pero a mi paracer le falta pulirse mucho, cosa que va logarndo poco a poc, llegando a definir su estilo hacia el 5° y maravilloso "El arenal de El-Jerada".

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