Una web de opinión sobre el género fantástico y de aventuras en todos sus medios.

lunes, 23 de marzo de 2009

Star Wars - The Exhibition (Madrid)


Yo como siempre dejando las cosas para última hora, algo muy en mi línea (...resignación). Pero bueno, por fin he podido acudir a la exposición de Star Wars que se exhibe durante sus últimos días en Madrid tras haber pasado por otras cuantas ciudades europeas. Si este artículo ya tiene poca utilidad para recomendar la visita, al menos que quede como testimonio de su contenido y lo que allí se podía encontrar, me decía. Afortunadamente, en el momento de escribir esto me he enterado que se prorroga hasta el próximo 19 de Abril, así que aún queda un poco más de tiempo.

"En una galaxia muy, muy lejana..." Bien, vale, no tan lejana, ya que el parque de exposiciones Arte Canal que acoge la muestra se encuentra a tiro de piedra de mi casa, para más inri... Aunque soy un profano sobre todo lo que rodea el universo Star Wars, y por tanto no tan crítico como la horda de seguidores con que cuenta (¡hasta me gustaron las películas de los episodios I a III! -sí, ya podéis empezar a lapidarme...) reconozco que no es necesario estar muy versado en su ambientación para disfrutar con el recorrido, lo que la convierte en una grata propuesta para pasar una entretenida jornada.


Ya el depósito elevado del Canal nos anuncia la presencia de este espacio, montado con muy buen criterio, que se divide en dos partes principales bien organizadas: el área propiamente de la exposición y el auditorio cúbico donde se aloja la Escuela Jedi, además de las taquillas y el recinto acordonado, protegido por modelos a tamaño real de sendos soldados imperiales que flanquean la entrada, así como la réplica a escala de la Naboo Starfighter.


Antes de empezar a hacer un somero comentario del recorrido en si mismo, unos cuantos datos prácticos que siempre vienen bien. El precio de la entrada (10 € para adultos) es bastante adecuado e incluye el acceso tanto a la exposición como a la Escuela Jedi (aunque antes de ir a esta última tendréis que volver a pasar por taquilla, ya que cuenta con un aforo limitado a un cierto grupo de personas a la vez). Recomiendo como mejores horas para acudir las cercanas al mediodía o inicio de la tarde (evitar a toda costa los fines de semana, pues se forman grandes colas) libres, no ya sólo de la chiquillería más molesta, sino también de una excesiva afluencia de público que pueda incomodar nuestro paseo y poder ver las cosas con la proximidad que requieren, así como el hacer fotos con tranquilidad, que naturalmente están permitidas. El itinerario es cómodo y está correctamente estructurado, pero en todo caso contamos con un folleto informativo y un plano para efectuarlo en un cierto orden.

Como buen droide de protocolo, C-3PO, siempre acompañado de R2D2, nos da la bienvenida al área central

Una vez traspasado el vestíbulo, entramos en una pequeña zona donde se enseña por medio de frontales un breve resumen del nacimiento y desarrollo conceptual de la mítica saga de George Lucas y una introducción al mundo que compone el escenario de Star Wars. Enseguida, nos encontramos con que los aljibes del parque Canal no son visibles en esta ocasión, pues se entra directamente a un área base que ha sido levantada con forma de nave espacial y que destaca por sus asépticos e iluminados pasillos blancos, salpicados de paneles con toda clase de información (naves y vehículos, razas, protagonistas y antagonistas de la historia, etc). Este crucero central se abre por medio de las típicas puertas poligonales a distintos sectores que representan los planetas y ámbitos más característicos del universo SW (en la entrada de cada sector se hallan unas pantallas con los datos técnicos más importantes de dicho lugar o planeta). Hay que recalcar que nuestro recorrido está amenizado en todo momento con la banda sonora de John Williams, lo que facilita sumergirse de inmediato en su magnífica atmósfera.


En el pasillo principal, después de ser recibidos por los queridos C-3PO y R2D2, podremos contemplar modelos de gran tamaño de algunos vehículos como el Speeder de Zam Wessel o las vainas de carreras de Anakin Skywalker y Sebulba (ver más arriba), para luego meternos de lleno en cada uno de los sectores, a saber: Geonosis, Tatooine, Kashyyyk / Utapau, Coruscant / Kamino, la Estrella de la Muerte, Hoth, Mustafar, Naboo y Endor. Y dentro de cada ámbito planetario, una amplia variedad de figuras, estatuas, maquetas, paneles ilustrados, pantallas escénicas con retazos de las películas, concept art, vitrinas con multitud de objetos de diversa índole, representaciones a escala, documentos originales, story-boards, reconstrucciones arquitectónicas, displays informativos, vestuario de muchas clases y una abrumadora colección de todo lo que cualquier fanático podría desear. Como una imagen siempre será mejor que mil palabras, he tratado de reflejar mediante este pequeño reportaje fotográfico sólo algunas de todas estas cosas que se pueden ver en la exposición, aunque evidentemente no son más que una mínima parte de lo que constituye la visita completa. Por cierto, el enfoque de la iluminación y las cristaleras dificultan un poco la toma de fotos, así que si vais aplicad todo vuestro ingenio con los flashes.
¡Que la fuerza os acompañe!

Pantallas y paneles facilitan información a los visitantes menos avezados


Las maquetas y figurines también son una constante en cada una de las salas.
Por ejemplo, sobre estas líneas, varias recreaciones de Jabba el Hut


Un droide de combate perteneciente a la Federación de Comercio


Naturalmente, el maestro Yoda no podía faltar entre los asistentes


Los bocetos y láminas ilustradas son de enorme interés, como estos que podéis ver del interior de la tienda de Watto, distintos diseños de la reina Amidala, la cámara de Darth Vader o la aldea Ewok. Debajo, planteamientos de escalas de Hoth y un story-board de una secuencia entre Yoda y Luke



El Lado Oscuro de la Fuerza también está muy presente en cada rincón de la exposición: los tan imprescindibles como temibles Vader y Maul


¿Quién no se calzaría en un momento dado uno de estos uniformes, ya sea como caballero Jedi o de Jedi oscuro? (arriba, los de Obi-Wan y el de un Anakin converso a Sith en Mustafar). Para ellas, cualquiera de los bellos atavíos de Leia o Amidala


Snowspeeder rebelde y uno de los impresionantes y titánicos AT-AT


Wookies e Ewoks nos presentan los hábitats de Kashyyyk y Endor, respectivamente. Sólo son los más reconocibles entre decenas de criaturas de otras especies y planetas con los que nos toparemos


Arriba: más maquetas de vehículos, como la vaina de Anakin para la Boonta Eve, de Tatooine, en la arena de Mos Espa. Debajo, los sobrecogedores edificios de Theed, la capital de Naboo



Plantearos que el itinerario completo os llevará no menos de unas 2:30 h. para disfrutarlo con cierto detenimiento y sin dejarse nada, aunque la cosa se puede prolongar tanto tiempo como se quiera. A las instalaciones principales hay que añadir las proyecciones en la sala de audiovisuales, un área de juegos (con máquinitas de Star Wars para XBox y otras plataformas), la tienda (llena de gran cantidad de artículos y merchandising diverso) y un espacio de foto-video (para llevarse un recuerdo, ya sea fotográfico o en forma de grabación, de nuestro paso por la exposición). Además está la ya mencionada Escuela Jedi, una actividad paralela a la que se puede acceder enseñando el ticket en alguno de sus pases a lo largo de la sesión. La falta de más tiempo en el día que hice la visita y la proximidad a mi casa me han hecho aplazar esa parte para otro momento (del que ya indicaré algo próximamente editando esta entrada).

Esta es una temática a la que no es habitual que se le dediquen tales espacios, por eso merece la pena que, aún no siendo incondicionales de la más popular saga de ciencia-ficción de todos los tiempos, aprovechéis esta oportunidad, que ya se ha convertido en un éxito de público. ¡Que no se os pase la fecha!

sábado, 14 de marzo de 2009

Thorgal (XI): Los ojos de Tanatloc

Rosinski - Van Hamme (1986)
Norma editorial. Colección Pandora nº 9
Edición original: Les yeux de Tanatloc


Atención: este artículo puede revelar detalles sobre el argumento.

El grupo compuesto por Thorgal, Aaricia, Kriss de Valnor y Tjall se abre camino a través de la gigantesca selva amazónica que se interpone en su objetivo: la ciudad de Mayaxatl, donde reina el temible dios Ogotai. Privados del guía que les hubiera conducido por estos territorios prohibidos, se enfrentan a multitud de peligros, muchos de ellos propios del entorno hostil que atraviesan (la agresiva fauna del lugar, las deplorables condiciones de la jungla, las patrullas de los Chaams, etc.) pero también originados por las fricciones que surgen entre unos y otros: las quejas constantes de Tjall, la tensión permanente -que a menudo llega a las manos- entre Aaricia y Kriss e incluso la traición. La situación se agrava cuando Thorgal cae presa de las fiebres que le provocan todas estas circunstacias adversas, lo que sin quererlo le pondrá en contacto con Jolan y con recuerdos que se hallaban desterrados en lo más profundo de su memoria.


Por su parte, tras una frustada tentativa de huída por el desierto de Qâ, Pie-de-Árbol y Jolan continuan bajo custodia como garantes de la misión llevada a cabo por los suyos. Cuando el agonizante dios de los Xinjins, Tanatloc, oye pronunciar el nombre de Thorgal entre los miembros del grupo que va en busca de Ogotai, le invade la inquietud de una terrible revelación. Pronto hace llamar a Jolan junto a su lecho de muerte para contarle la misión en la que se ha embarcado Thorgal, pero sobre todo para confesarle los orígenes de su padre y hacerle partícipe de los extraordinarios poderes que, por herencia, le han sido otorgados. Los recelos iniciales de Jolan hacia este dios tan cercano se transformarán en una intensa unión espiritual entre ambos para ayudar a Thorgal a superar las dificultades de la búsqueda.

Este álbum, que constituye el corazón de la saga de Qâ, permite consolidar muchas de las cosas que ya conocíamos o sospechábamos acerca del pasado de Thorgal. En una serie cuya trayectoria se extiende durante más de treinta años en el momento presente, volúmenes como Los ojos de Tanatloc confirman el mérito de Van Hamme, que va encajando las piezas del puzzle entrega tras entrega, dando cohesión al devenir existencial del héroe, ligando los sucesos narrados con los de varios números atrás: en este caso con la historieta corta que aparecía en El hijo de las estrellas. Por entonces era Thorgal quien, como ahora Jolan, recibía el conocimiento de pertenecer al pueblo de las estrellas, del que cuatro generaciones se juntan en las páginas de esta saga.


Especialmente esclarecedora es la historia de Tanatloc, o Xargos, erigido en protector de los Xinjins frente a la locura de su yerno, que amenaza la seguridad de la Tierra, como cruel es también el destino al que asiste en sus últimos días, viéndose inductor de un posible parricidio. Al depositar el testigo en su bisnieto Jolan, se cierra una etapa del pasado y se da pie al futuro inicio de otra nueva, derivada de esta, que tendrá lugar en ulteriores números de la colección.

De nuevo los personajes cobran una vitalidad fundamental, constituyendo uno de los principales atractivos de la historia de Qâ. Se mantiene una perfecta alternancia entre las dos líneas de desarrollo paralelo, la de Thorgal y la de Jolan, que aunque en este número no se encuentren aún de forma material, sí lo hacen con mayor intensidad en una circunstancia extrema: una constante a lo largo de toda la colección, en la que padre e hijo se salvan mutuamente de los avatares que zarandean sus respectivas vidas. Kriss despliega sus artificios (y sus encantos) a conveniencia, siempre movida por la avaricia y la sed de gloria, mostrándose artera y seductora a la vez, como ya comenzamos a ver anteriormente. Con Aaricia lleva sus rivalidades hasta el extremo, a tal punto de separar momentáneamente el grupo, con un Tjall que pagará caro el dejarse llevar por sus debilidades. Entretanto, de su relación con Xargos, Jolan asume por primera vez sus capacidades sensoriales de forma consciente. A partir de ahora, sabrá que cuenta con esta nueva habilidad en lo que pueda obtener de ella para beneficiar a su familia, aunque todavía no ha aprendido a dominarla.


Rosinski sigue llevando la expresividad a los niveles más altos y moviéndose con maestria entre parajes selváticos y la ciudad en las rocas, que predominan durante casi la totalidad de la aventura, si exceptuamos la lámina desértica que abre el álbum (o los escenarios holográficos que observa Variay, regente de los Xinjins). A destacar la portada, como concisión de la splash-page que nos encontraremos en el interior; un recurso inevitable al tomar en consideración el pasado, ya abundante en aventuras, encuentros y situaciones de lo más diversas, del héroe. Como ya indicaba en la reseña anterior, el país Qâ se ilustra cual correcto reflejo de las culturas precolombinas, lo que se corrobora al referir al pueblo de los vikingos como los venidos 'del norte, más allá de las grandes aguas'. Algunos de los topónimos empleados también se prestan a esta intención de los autores; algo que comentaré para el próximo artículo.


La narración no se detiene aquí y nos prepara para lo que se avecina en el siguiente número; un torbellino de sucesos que dispondrán la escena final y el punto álgido de la saga. À suivre...

Ex-libris y portada de la mítica revista Tintín,
dedicados al ciclo del país Qâ


Para terminar, una recomendación que ya he añadido a la lista de enlaces del blog: la página Thorgal, le Deuxième Monde. Noticias, curiosidades, todo sobre los productos derivados... un ejemplo más de lo mucho que se puede contar sobre esta maravillosa colección.

sábado, 7 de marzo de 2009

La invención de Morel


En apenas un centenar de páginas, o menos (según la edición), el argentino Adolfo Bioy Casares (1914-1999) es capaz de desarrollar uno de los cuentos más admirables, sugerentes y -al mismo tiempo- desconcertantes que ha dado la literatura fantástica en español. Sé que al etiquetarlo dentro del género, algunos de sus lectores levantarán la voz para discrepar, diciendo que se trata de un texto más propio de la ciencia-ficción o, en cualquier caso, del realismo mágico. No les puedo quitar la razón, pero ¿acaso tiene mayor importancia? ¿No entra, después de todo, en el marco de la fantasía cualquier historia capaz de trasladarnos a los límites de lo inverosímil? Y eso es algo que, desde luego, Bioy Casares consigue sobradamente con esta novela.

De algún modo así lo refrenda en el prólogo de la obra el mismo Jorge Luis Borges, cuando hace referencia a la creación de ficciones, a la voluntad de sorprender, recogiendo las palabras de Ortega y Gasset sobre la dificultad, también actual, de "inventar una aventura capaz de interesar a nuestra sensibilidad superior." De este trabajo de su compañero de profesión, colaborador ocasional e íntimo amigo dice superar todos los obstáculos anteriores, llegando a aplicarle a esta historia la calificación de 'perfecta'.

En efecto, entre ambos autores, se fundó una complicidad literaria, no exenta de cierto espíritu de crítica mutua, que les llevaba a mantener una relación fraternal prolongada en largas conversaciones sobre sus lecturas. La obra póstuma de Bioy Casares, 'Borges' (2006; recopilación de vivencias personales y profesionales entre ambos, extraída de sus cuadernos de notas) bien lo atestigua. Por su parte, la influencia de Borges en la bibliografía de su amigo, inevitablemente atraído por la órbita del gran maestro, es más que evidente.

Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares,
en una fotografía tomada el verano de 1942

A La invención de Morel, con seguridad su obra más conocida, escrita en 1940, se le podrían aplicar algunas de esas claves compartidas. Se trata de una narración en primera persona (el texto consiste realmente en un diario), hábilmente compensada en torno a dos figuras principales: la del protagonista y la del personaje cuyo nombre aparece en el título. Durante su desarrollo, dotado de una prosa que bien justifica el brillante apelativo del prólogo, la sucesión de los hechos -a ratos ensoñadora y a ratos casi escalofriante- atrapa con bastante facilidad hasta el momento de su comprensión final.

Si Borges anuncia en su introducción que no quiere adentrarse demasiado en el argumento del relato para no desvelar al lector los secretos intrínsecos de su ejecución, yo no soy quién para hacerlo ahora. Así que, por una vez, trataré de realizar un ejercicio de síntesis. Tampoco quiero destripar nada, más allá de sus líneas generales, y por lo tanto recomiendo además a quienes consideren su lectura no sondear previamente demasiadas opiniones por la red para no dar con inoportunos spoilers.

Un hombre perseguido, un prófugo de la justicia y la incomprensión, decide esconderse en un pequeño islote del archipiélago de las Ellice, en el Pacífico Sur: se trata de un lugar deshabitado, agreste, cuya mala fama lo convierte en poco más que un evitable peñasco desconocido sobre el que se recomienda no fondear, ante los funestos rumores de la propagación de una epidemia letal. En la isla sólo se levantan tres construcciones abandonadas y ausentes: un museo, una capilla y una pileta de natación.

A salvo del proceso judicial que le condenaba a un encarcelamiento perpetuo, el huído toma refugio allí, hasta que un día un grupo de personas irrumpe en la isla, alterando repentinamente su retiro voluntario. Llegados de no se sabe dónde ni con qué intenciones, se pasean a sus anchas por la pequeña colina que se eleva desde la playa y ocupan los edificios, como turistas despreocupados, bajo la mirada vigilante del hombre, que se ve relegado a esconderse en los bajíos asaltados por las cambiantes mareas ante el temor de ser delatado a las autoridades. Entre el grupo de intrusos, una mujer que cada atardecer pasea por las barrancas y observa la puesta de sol llama poderosamente su atención.

El fugitivo (de quien no se menciona su nombre), pese a padecer ahora unas condiciones aún más penosas que a su llegada a la isla, trata de ir ganándose la atención de la mujer, de la que se enamora de forma platónica, casi obsesiva. Faustine, así se llama ella, asiste con indiferencia, como "con ojos que no sirven para ver y oídos que no sirven para oír" a las tentativas por captar su interés. Además, es a su vez pretendida por Morel, quien parece ser el organizador de esta inexplicable excursión de molestos visitantes, de modo que el refugiado se convierte en testigo furtivo de las conversaciones de la pareja. Se diría que la arrebatadora Faustine practicara un juego en el que Morel y el protagonista rivalizan por ella.

Venciendo, no sin gran dificultad, sus recelos iniciales hacia esas gentes, acabará por realizar tímidas exploraciones a los lugares de los que se ha visto desplazado y les irá conociendo en la distancia. Llegado el momento, aún aterrado frente a la posiblidad de ser descubierto, presenciará un hecho que le hará empezar a plantearse hipótesis sobre la naturaleza de estos inaccesibles intrusos.

En esta isla desolada, es como si la alternancia de las mareas marcara el ritmo de las estaciones y algo más...


La brevedad de esta novela es inversamente proporcional a una supuesta ligereza -como podría pensarse en un principio- de su trama. Esa complejidad, inducida por el magnetismo del elemento fantástico, captura nuestra disposición a reflexionar en torno a los temas principales que toca: el amor, la inmortalidad, la forma de perpetuarse en el primero mediante el segundo, la falta de comunicación humana, la soledad en la amplitud del mundo... nos invitan a efectuar un trabajo de análisis y volver repetidamente sobre los planteamientos expuestos en las entradas del fatídico diario.

En su capacidad recreativa entran toda una serie de descripciones precisas, que se detienen en la justa exposición de los detalles de la isla, sus nuevos pobladores y sus enigmáticos edificios lo suficiente para hallarse al servicio del relato, calando a la vez en el lector hasta hacerle partícipe de las mismas sensaciones de inquietud casi constante del protagonista, como cuando accede, por ejemplo, a los sótanos ocultos del museo o cuando padece la salobridad de las aguas que inundan su improvisado escondite en los bajíos. Pero especialmente en su actitud para con Faustine, cegada por un progresivo embeleso hacia la mujer. Así es como la narrativa del autor nos sumerge con facilidad en la misteriosa atmósfera insular, transmitiéndonos los mismos síntomas de irrealidad que sufre el desdichado fugitivo, su agonía ante la incógnita de un profundo enamoramiento, ¿presa de las alucinaciones provocadas por un trastorno pasajero, originado por la sensación de abandono, o plenamente verídico?

Portada y página de Trazo de tiza, comic reconocidamente
inspirado en 'La invención de Morel'


Pese a su indudable originalidad, podemos señalar algunas conexiones de esta historia con las de otros artistas de diversos ámbitos. Por ejemplo, en el plano literario, con La isla del Dr. Moreau, de H. G. Wells (1896), aunque no sólo por la inequívoca similitud -también en el nombre- entre Morel y el calculador Moreau. Asimismo, con la magistral obra gráfica Trazo de tiza, del coruñés Miguelanxo Prado, por la tensión implícita y la concepción misma del escenario que envuelve los acontecimientos de la isla. E incluso con la televisiva Lost (Perdidos), de la que se pueden extraer varios puntos en común: un refugio que alberga secretos a priori indescifrables, la presencia de 'otros' individuos inaprensibles dentro de un atolón aislado, etc. De hecho, supongo que como curioso guiño de los guionistas, uno de sus personajes -Sawyer- aparece en un capítulo leyendo el libro de Bioy Casares (lo que disparó la demanda del mismo entre los fanáticos de la serie de todo el mundo). Aunque de escasa trascendencia, no hay que desdeñar que ya se han realizado igualmente varias producciones teatrales y cinematográficas que adaptan o se basan en la novela más representantiva del que fuera Premio Cervantes en 1990.

Una demostración de que ni hacen falta gruesos volúmenes para contar un extraordinario relato de fantasía, ni es necesario recurrir a la literatura anglosajona para ello. Muy recomendable.

"No creo indispensable tomar un sueño por realidad,
ni la realidad por locura."

  • Nota:
Se puede descargar La invención de Morel, de forma totalmente legal y gratuita, desde la página del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa.

viernes, 6 de marzo de 2009

Philippe Luguy en BDzoom y avance Perceván #13

La web francesa BDzoom ofrecía hace pocas semanas, en su apartado "El rincón del patrimonio BD", un pequeño artículo dedicado a Philippe Luguy que amplía algunos de los datos menos conocidos de su trayectoria profesional, incluyendo además dos planchas inéditas de los próximos álbumes de Perceván e interesantes noticias sobre su futura publicación. Me he permitido, a continuación, reproducir dicho artículo por lo que pueda afectar a la salida de las siguientes aventuras de la colección en castellano.

Mientras que su primer comic esta siendo reeditado [se refiere a Karolyn], volvemos tras los pasos del creador de 'Perceván', que se prepara para publicar dos álbumes de su héroe a la vez que trabaja en 'La mare aux nymphes', que realiza con Corbeyran.


La semana pasada, al recordar una anécdota concerniente a Gilles Chaillet, evocaba una faceta poco conocida de Claude Moliterni [gran figura de la historieta y creador del festival de Angouleme -y de la misma BDzoom-, recientemente fallecido]: aquella que consistía en ayudar a sus amigos dibujantes, sobre todo cuando eran principiantes. Y muchos otros autores se beneficiaban del apoyo de Claude, como pueden atestiguar los numerosos mensajes de amistad que hemos recibido (los de Régis Loisel, Michel Blanc-Dumont, Vink, Michel Rodrigue y muchos más). Este fue también el caso de Phillipe Luguy (1), el dibujante de 'Perceván': una de las primeras series medievales de fantasía, creada en la efímera revista Gomme de ediciones Glénat, en 1981, con guión de Jean Léturgie (secundado por Xavier Fauche en ciertos episodios).

Prueba de ello es este correo que Philippe nos ha enviado: "Acabo de enterarme de la defunción de Claude Moliterni. Estoy consternado por esta noticia puesto que le conocí muy bien, desde 1966, etapa en la que quería convertirme en dibujante de comics tras la experiencia con los dibujos animados en el taller de Paul Grimault. Iba a verle muy a menudo a su domicilio, en la Rue des Boulangers, donde él vivía. Me dio un empujón al publicar una de mis páginas en el nº 7 de Phénix, en 1968, durante un periodo de ensayo para cuatro jóvenes ilustradores (entre los cuales estaba Claude Auclair, que también fue amigo); luego, más tarde (entre 1980 y 1981), tuve la ocasión de trabajar con él, en el seno de los estudios Five Stars (en compañía de Pierre Le Guen, Christian Gaty, René Deynis y Max Lenvers) para realizar la adaptación de 'Albator', el corsario del espacio creado por Leiji Matsumoto (2). Era un hombre de gran fidelidad, de amabilidad y de palabra; gracias a su obstinación, la bande dessinée ha podido emerger de la cloaca en la cual estaba sumergida y de esa reputación de lectura para retrasados. Me acuerdo, no sin nostalgia, de las reuniones y reencuentros que organizaba entre los autores profesionales, los principiantes y los amateurs que estábamos, en la rue de Rivoli en París. En fin, hablar de Claude sería tan largo que harían falta muchas horas. Es una noticia muy triste. Le diría simplemente para terminar, ¡gracias por todo! Claude, he sido feliz por haberte conocido; ha sido una gran suerte."

Esta emotiva misiva llega en el momento oportuno, puesto que Philippe Luguy es uno de los autores de una nueva editorial establecida en Normandía (Vagabondages: rue de Asnelle, 15, 14400 Ryes, www.editions-vagabondages.fr), que reedita su primer álbum: una encantadora fantasía juvenil titulada 'Karolyn: el castillo de los mil diamantes' [publicado en español por Grijalbo] que goza, para la ocasión, de un serio lavado de cara (nueva portada, rotulación, colores, etc.) Era en 1977, con ediciones Garnier, y el héroe se llamaba entonces 'Cyril': fue rebautizado como Karolyn en su primera reedición de la editorial Dargaud (en 1989); donde apareció también una segunda aventura inédita (realizada en 1978), al año siguiente.

Siguió una larga carrera que merece destacarse, puesto que Philippe Luguy ha influido en numerosos autores, dibujantes o guionistas (3), privilegiando siempre una BD diseñada para el gran público, que se dirige, prioritariamente, a los más jóvenes, de ahí su estilo más bien semi-humorístico: "Me he centrado en el dibujo cómico por gusto. Este me acercaba al dibujo animado. Por otra parte, tenía ganas de soñar: no tenía interés en el realismo y el dibujo humorístico me parecía más fácil... ¡¡¡Estaba equivocado!!!" (4)

Desde 1969, tras su primera publicación en Phénix, Philippe Luguy realiza abundantes ilustraciones para juegos y gags publicados en Cols bleus, la revista de la Marina Nacional, luego, entre 1970 y 1974, para pequeños formatos como Frimousse, Frimoussette, Princesse (editados por Marijac), Akim, Lancelot (en la editorial Aventuras y Viajes), Kiwi (en ediciones Lug), Tarzán, Pepito o Bugs Bunny (en Sagédition). En efecto, este autodidacta de la ilustración no ha adquirido su maestría actual en un solo día: unicamente tras numerosos años de práctica, de perfeccionamiento y de proyectos inacabados (entre ellos, podemos citar 'Trognon en el país de los sueños' en 1969, 'Argaria, el hombre de los tiempos perdidos' en 1970, 'Yoêl de Bergerêve', con guión de Patrick Cothias, en 1977...)

Sin embargo, sus verdaderos comienzos profesionales los realiza en algunas revistas de la época que aceptan, finalmente, sus primeras historietas: tales como Amis-Coop ('Léopold el Hamster', en 1970), Pieds Nickelés Magazine (con 'Syril', varias aventuras de un caballero que precede a 'Perceván' publicadas en 1972), Bibi Fricotin Magazine (con 'Coquelicot', un insecto, creado en 1973), Noir et blanc, Formule 1 (con los juegos titulados 'Los Cuentos del padre François') o Fripounet (5) donde crea una primera versión de 'Sylvio el grillo', guionizado por un tal Jérina (que no era otro que uno de los pseudónimos de Jean-Marie Nadaud).

Syril; probablemente una versión prematura de Perceván

Es sobre todo la segunda vida de este simpático insecto la que le propulsa hacia el público, puesto que de 1974 a 1982 anima, casi sin interrupción, las divertidas aventuras de 'Sylvio el grillo' (del que Cléo la abeja está enamorada) y de Jack la cucaracha (que no soporta a la gente feliz) en Pif Gadget, sobre los guiones del mismo Philippe Luguy, de Gilbert Lions y luego de Patrick Cothias. Algunos episodios serán recogidos tardíamente en un álbum de MC Productions (que se convertirá en ediciones Soleil), en 1988; por fortuna, la edición de los álbumes prosigue en Jos (donde prometen los números inéditos).

Después de 'Karolyn', 'Albator', las ilustraciones de una novela, láminas y tiras publicitarias para Malabar (entre otras) y de numerosos diseños para la programación de la televisión francesa ('La aventura de las plantas', 'Espace Fabbri', 'Les Tibères'...), Philippe Luguy obtiene por fin un merecido éxito con 'Perceván' (6) del que ya están disponibles doce álbumes (los tres primeros publicados por Glénat, desde 1982, y a continuación en Dargaud, desde 1985) (7): mientras que los fieles lectores esperan impacientemente el próximo. ¡Que no se inquieten; hay dos que están programados de golpe para este año! Podéis descubrir además una de estas planchas inéditas a todo color y un boceto a lápiz aquí debajo.

Lámina a color del nº 13 de Perceván: Las tierras sin retorno.
El álbum está terminado y listo para su próxima publicación por Dargaud

Lámina del nº 14 de Perceván: Les marches d'Eliandysse.
En fase de preparación, Dargaud preveé su publicación este mismo año

Y eso no es todo, puesto que para 2009 Philippe Luguy nos anuncia la continuación de la serie 'Sylvio' (este será el quinto álbum publicado por Jos, en marzo), el segundo tomo de las leyendas de 'Gildwin' (serie fantástico-medieval creada en 2008 con Jos) acompañado de una tirada de lujo idéntica, en su presentación, a la que salió para el primer álbum, un Art-book en Akileos, la reedición del segundo número de 'Karolyn', un calendario, la adaptación en 3D de 'Sylvio', una nueva serie para niños como guionista ('Cabestan': unos gags dibujados por Antoine Lecocq, su colorista)..., por no hablar de 'La Mare aux Nymphes' (un one-shot de 62 páginas a color escrito por Corbeyran, sobre el que Philippe trabaja desde 2007, previsto en ediciones Dargaud). ¡Y pensar que hay quienes creían que Luguy (que no es tan mayor) se había retirado anticipadamente!

(1) Para saber más sobre Philippe Luguy (nacido en 1948), no dudéis en consultar la web http://www.luguy.com, de la que provienen gran parte de las ilustraciones recogidas en el artículo.

(2) Esta BD, que pone en escena a un héroe de los dibujos animados japoneses, por entonces difundidos en televisión, era la estrella del Journal de Cap'tain Fulgur publicado por Dargaud y fue compilado en nuevos álbumes (siempre con Dargaud, entre 1980 y 1981).

(3) Podemos citar, por ejemplo, los nombres de Allan Toriel y de Sylvérik, que Philippe Luguy ha puesto en contacto, y que acaban de sacar su primer álbum en ediciones Vagabondages: 'Tourville, caballero de Levante', que lleva el color del propio hijo de Philippe: Cyril Liéron). El guionista Allan Toriel trabaja también con Philippe en los guiones de 'Gildwin' y con Bernard Capo (otra unión establecida por la intervención del dibujante de 'Perceván') para un álbum que va a salir próximamente en Jos.

(4) Declaración realizada en el fanzine Tout bulle or not to bulle, cuyo nº 2 (invierno 1996) está en gran parte consagrado a Philippe Luguy.

(5) Algunas tiras inéditas se publicaron también en el fanzine Submarine que le entrevistó, en 1976; tal como hicieron, más tarde, Haga (nº 41) y el fanzine de Los Pitufos (nº 36), en 1979.

(6) De hecho, la serie continua a buen ritmo (a pesar de la relativa rareza de su publicación) y está siendo traducida en Estados Unidos.

(7) Podemos citar igualmente algunos trabajos menos importantes en paginación, pero que continuan sin embargo requiríendole mucho tiempo, como las 'Láminas de Historia' en Circus (guiones de Jean Léturgie y Xavier Fauche, en 1982), los personajes de 'Filergie' (creado, en 1989, para la guía técnica de una filial del Grupo Pirelli) y 'Petra y Bob' (una plancha, en 1988, para festejar el aniversario de Buro Line, fabricante y distribuidor de material de oficina en Suiza), numerosos portfolios, tarjetas postales y anuncios, asi como participaciones en diversos colectivos caritativos, como 'Ex-Yugoslavia: por un mundo mejor' (seis planchas en ediciones Agorma, en 1993).

Fuente original del artículo: http://www.bdzoom.com/spip.php?article3728.
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