Una web de opinión sobre el género fantástico y de aventuras en todos sus medios.

lunes, 13 de abril de 2009

Coraline


La película de animación de Henry Selick, recientemente estrenada con éxito en las Américas (y que a España no llegará hasta el verano) nos incita a recuperar esta concisa novela que el renombrado creador de historias Neil Gaiman (Sandman, Neverwhere, Stardust) escribió en 2002 (siendo publicada en castellano por Salamandra en 2003) y que constituye una de las que dice sentirse más orgulloso.

Un relato redactado con gran corrección, a caballo entre la fantasía y el terror, destinado al público juvenil pero de lectura abierta a cualquier edad, que pone de manifiesto nuevamente la facilidad con que Gaiman es capaz de idear pequeños mundos combinando aspectos de la realidad más cotidiana con inquietantes ambientes imaginarios, todo ello presentado en un envoltorio acusadamente onírico.


No es la primera experiencia del autor británico en la literatura de carácter infantil. Habiendo ya escrito El día que cambié a mi padre por dos peces de colores (1997), con Coraline adopta sin embargo una perspectiva de la niñez a la que claramente quiere acercarse desde la visión de los adultos, consiguiendo con habilidad -al menos es la impresión que me sugiere- contentar a unos y a otros. Así, nos aproxima a las dudas, los miedos, la incomprensión y las preguntas propias de la niña protagonista que lucha por superar sus temores, sin por ello desdeñar ni dejar de hacernos partícipes de las ocupaciones, las razones y los muchos, quizá mal adquiridos, hábitos de eso que se llama crecer y que padecemos a medida que nos hacemos mayores los ahora adultos. Sólo por ese equilibrado plano de doble lectura ya anticipo mi recomendación de este libro, especialmente para aquellos padres con hijos en esa fase del descubrimiento de todo y de curiosa forma de razonar como en la que se encuentra la vivaz Coraline.

En poco más de 150 páginas estructuradas en trece capítulos, Gaiman nos introduce en la historia de una muchachita que se muda con sus padres a un gran caserón dividido en varios apartamentos y por tanto compartido con otros vecinos: las peculiares señoras Spink y Forcible del primer piso, con su puñado de perros, y el viejo excéntrico que habita en el ático. Durante los perezosos días del final del verano, mientras espera para incorporse a un nuevo curso de la escuela, Coraline encuentra en la casa y el enorme jardín que la rodea todo un nuevo marco de oportunidades en el que dar rienda suelta a sus fabulaciones. El hastío hacia sus ya manoseados juguetes y la falta de dedicación de sus padres, siempre ocupados en sus trabajos y tareas rutinarias, ha suscitado en la niña un carácter curioso, explorador y despierto, lo que provoca que no deje rincón de su nuevo entorno sin revisar y la lleva igualmente a obtener pronto el favor de sus nuevos vecinos, e incluso del gato negro que merodea por los jardines. Pero varias jornadas de lluvia seguidas empañan este recién adquirido entretenimiento y la empujan a volcar sus ansias descubridoras dentro de la propia casa. De esta forma, a su espabilada forma de ser no le pasa desapercibida la extraña puerta cancelada que hay dentro del salón y que, cegada con una tapia de ladrillos, da a una vivienda desocupada del inmueble. Un dia, en cambio, con la llave negra que abre la puerta, se topa con un pasadizo que conduce a un reverso de su propia casa. La sorpresa viene al contemplar que en este duplicado de su hogar también existe otra madre y otro padre, idénticos a los suyos salvo por el 'mínimo' detalle de contar con botones negros en el lugar de los ojos. Una vez dentro de la segunda casa, donde sus meriendas preferidas saben más ricas, los juguetes son más maravillosos que nunca y todos se deshacen en cuidados hacia ella, Coraline se pregunta si el comportamiento de estos padres alternativos no responde a algún siniestro interés.


A esta niña de original nombre (le viene del error aceptado de intercambiar sus vocales al teclear; algo de lo que el propio autor se mofa continuamente por la confusión que origina entre los personajes) se la asocian referencias y homenajes a la Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carrol; también con un reluctante gato -sin botas- incluido, en una versión moderna.

Jugando con los roles paterno-filiales (la utilización de la madre, figura protectora por excelencia, como elemento conductor del miedo es brillante en este sentido) Coraline se convierte en una narración claustrofóbica en la que con pocos ingredientes (la gran casa de varias plantas, la lúgubre atmósfera brumosa que la cerca, los vecinos a momentos risibles y a otros tenebrosos, etc.) y sin necesidad de extenderse en páginas innecesarias, Gaiman construye un escenario tétrico como distorsión de la realidad, ayudado en este sentido por las deformadas ilustraciones de Dave McKean, colega ya habitual en sus obras. Ello le ha valido ser merecedor nuevamente del favor de la crítica con los premios Hugo como mejor novela (2003) y Bram Stoker (también en 2003) por la 'Asociación de Escritores de Horror'.


La producción animada de H. Selick, del que contamos con el precedente de Pesadilla antes de Navidad, provocará que en cuestión de pocos meses Coraline disponga de una nueva avalancha de lectores, jóvenes y mayores, si bien para satisfacer nuestra visión del libro ya podemos dirigirnos a la adaptación en comic (quizá no muy convincente) realizada por P. Craig Russell, que Roca Editorial lanzó hace unas semanas. Para completar el círculo, se preparan los consabidos videojuegos para distintas plataformas y consolas.

Portada del comic de Coraline y Cartel de la película

Inequívocamente efectiva para niños, Coraline se quedará en un simple relato breve de miedo sin mayor ampliación para quienes hayan perdido durante el camino de la madurez cierta capacidad de imaginación y de saber dejarse llevar por un tiempo que todos hemos atravesado. El resto, lo disfrutaréis y revisaréis gustosos.

1 comentario:

Jorge Iván Argiz dijo...

Para todo aquel que siga gustando de ese regusto a cuento de toda la vida, y para aquellos que no hayan envejecido mal en lo que a espíritu se refiere (y esto poco tiene que ver con la edad), no hay ninguna duda de que CORALINE será una experiencia extraordinaria.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...