Una web de opinión sobre el género fantástico y de aventuras en todos sus medios.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

2º Aniversario

No estaba yo muy por la labor de hacer conmemoración alguna, pero bueno, aunque sólo sea para testimoniar el transcurso de estos dos años desde la creación del blog (¡cómo pasa el tiempo!) y -sobre todo- en agradecimiento a las casi 20.000 visitas (desde el pasado enero, porque el contador previo se fue al garete) y los muchos comentarios -siempre buenos- recibidos, me veía un poco en la obligación de corresponder con vosotros, los que me lleváis leyendo desde entonces u os habéis ido incorporando luego a este humilde sitio.

No esperaba uno tantas amables palabras como las que me habéis regalado en todo este tiempo y no sé si soy realmente merecedor de ellas, porque la cuestión es que mi reticencia a celebrar este aniversario se debía fundamentalmente a que no creo estar consiguiendo todos los objetivos que me había planteado en el momento en que se puso en marcha esta página y quizá haya traicionado su intención inicial.

Para empezar, la regularidad en la actualización de entradas es una quimera. No pretendo aburriros con los motivos que me llevan a escribir tan poco como quisiera, pero el caso es que es así. También me habría gustado dar un mayor empuje a los monográficos, aunque por lo menos ahí siguen, avanzando a su ritmo, sin prisas pero sin pausa... También tengo montones de ideas para alguna nueva sección que ni siquiera he podido poner aún en práctica.

En fin, sea como fuere, estoy contento de haber abierto este pequeño lugar donde, además de expresar mis opiniones sobre unas cosas u otras, he encontrado un buen puñado de amigos y compañeros virtuales. Sólo por esto ya ha merecido la pena con creces. Seguiremos por aquí intentando hacerlo lo mejor posible.

¡¡Gracias a tod@s!!

martes, 17 de noviembre de 2009

Por fin, Alix


La maquinaria de la operación Alix acaba de ponerse en marcha. Parece que vamos a cerrar este 2009 con un buen cúmulo de anuncios editoriales referentes a la recuperación de clásicos francobelgas de aventuras que alumbrarán a partir del año próximo. Una noticia de la que felicitarnos, sin duda. A la inminente publicación de Gil Jourdan, de Tillieux, le seguirán sucesivamente las de Johan y Pirluit, de Peyo, Yakari, de Derib y Job, y ahora el recién presentado Alix, de Jacques Martin, gracias al acuerdo de colaboración que los muchachos de “Alix, el intrépido” (web no oficial –pero como si lo fuera– sobre el personaje de Martin en España) han cerrado con la editorial belga Casterman y una distribuidora catalana.

Y en buena hora, la verdad. Porque si el aficionado español a esta sensacional obra del guionista y dibujante francés quería disfrutar de los escasos títulos que aparecieron ya hace mucho por aquí (lanzados primero por Oikos-Tau y después por Norma) tenía que recurrir a los abusivos precios que se barajaban en la segunda mano. Inexplicable situación que un clásico de la historieta europea de la calidad de Alix permaneciese aún inédito en nuestras tierras cuando los remanentes de las tímidas iniciativas anteriores se estaban pagando a precio de oro. Así que de cara a la pasividad de nuestras editoras, se produce esta esperanzadora sorpresa que nos permite soñar al fin con una edición decente de una fabulosa colección, que aún hoy lidera ventas con firmeza en Francia.

Para más detalles sobre esta noticia y la posibilidad de realizar la reserva online de los futuros álbumes, os remito a la nota de prensa redactada a tal efecto:

http://www.alixintrepido.es/docs/notaprensa20091109alix.pdf


Jacques Martin es uno de los grandes del tebeo francobelga, una figura viva del más puro estilo de la línea clara, no siempre todo lo valorado que debiera, me temo. Muy interesado en la historia y en el arte, estos son dos elementos casi omnipresentes en su trabajo para el mundo de la bande dessinée. Como autor incansable del género, estrecho colaborador en su momento del mismo Hergé (conocidas son sus aportaciones en varios números del famoso reportero Tintin) y contemporáneo de Edgar P. Jacobs y Bob de Moor, su producción es enorme y abarca varias series de temáticas similares pero ambientadas en diferentes eras históricas: así, mientras que Alix (la más popular de sus creaciones) se desarrolla en pleno periodo de la expansión romana, Keos tiene lugar en el antiguo Egipto, Orion lo hace en la Grecia clásica, Jhen en la época medieval, Loïs en la Francia del Rey Sol y Arno en la napoleónica. Claro que ninguno de estos últimos ha alcanzado la relevancia de Alix (que cuenta nada menos que con 28 números) salvo quizá Lefranc, el periodista e investigador (casi un calco físico del romano, con muchos siglos de distancia) que constituye el otro único personaje de Martin que podría hacerle sombra, pero protagonizando historietas de intriga y acción en un marco más actual.

Las aventuras de Alix entraron a formar parte de la revista Tintin en 1948 y se convirtieron, casi desde entonces, en un ejemplo de trabajo tan exhaustivamente documentado como capaz de enganchar igualmente al lector. Esta serie de ficción histórica trata sobre un joven galorromano del 50 A.C. que corre toda suerte de situaciones y encuentros junto a su amigo egipcio Enak en su deambular por las civilizaciones más florecientes del mundo antiguo. Bien es cierto que si el rigor y la fidelidad a la Historia suponen una parte muy importante de la obra, Martin concede un margen ancho a su personaje para colarse en acontecimientos, verídicos o imaginarios, de toda índole e inmiscuirse en escenarios de lo más variado, con tramas que implican un elaborado estudio de la ambientación y a la vez entretienen sobremanera por los muchos avatares que afectan al héroe. Así, tan pronto le sitúa en el Egipto faraónico, en la Babilonia mesopotámica o en la misma Roma de Julio César, como le envía a la Troya preclásica, a la China Imperial o a la Hispania de los iberos. Lejos de que esta traslación temporal y geográfica suponga un problema, insufla a la serie una mayor diversidad dentro de su planteamiento original.

El dibujo de Alix, pese al estatismo y la rigidez que a veces parece caracterizar a su protagonista, es una delicia para los sentidos (sobre todo, se dice, en los números íntegramente realizados por Martin), con el que resulta fácil recrearse en construcciones y lugares míticos, así como redescubrir a personajes legendarios o completamente reales. Aunque ya hace unos años que Jacques Martin tuvo que delegar, por razones de su avanzada edad, la labor ilustrativa a un correcto equipo de dibujantes y se limita a supervisar el guión, la serie sigue gozando de una saludable fortaleza y continuará publicándose, hemos de suponer, en tanto las ventas acompañen, por más que el sector crítico apunte una pérdida de carácter tanto a nivel narrativo como gráfico de la misma.

Los dos primeros álbumes de Alix, que aparecerán en Marzo 2010

Los docentes de hoy día no saben el excelente material didáctico desaprovechado que tienen en estos volúmenes. Una manera de aprender leyendo y cultivar el gusto por el género, que se complementa además con una obra paralela de carácter divulgativo: Los viajes de Alix, donde se hace un completo recorrido por las culturas que el héroe visita durante sus aventuras principales y de la que, paradójicamente, gracias a Glénat hemos llegado a tener publicadas aquí cuatro entregas mientras que la serie inicial permanecía aún inédita.

Pero ese hecho va a cambiar definitivamente, si nada se tuerce, por la actuación de la comunidad española aficionada a Alix. No hay más que observar su magnífica web para ser consciente del paciente y metódico trabajo que han estado llevando a cabo, el cual ha propiciado que, gracias a sus traducciones y recopilación de material diverso, esta nueva edición sea factible. La tirada será limitada, así que recomiendo a los interesados no demorar sus reservas.
¡Larga vida a Alix!

domingo, 15 de noviembre de 2009

7 Wonders of the Ancient World


Bajo este rimbombante título hay un sencillo juego de habilidad para la NDS de la compañía Mumbo Jumbo que hace poco ha caído en mis manos, a pesar de no ser precisamente muy reciente (2007), y me ha tenido enganchado en los ratos libres de estos últimos días.

7 Wonders of the Ancient World se inspira justo en lo que indica su nombre, ir construyendo en circuito, una tras otra, las 7 Maravillas del Mundo Antiguo progresando a través de pantallas que se nos presentan como cuadrículas de piezas de diferentes colores y formas. Estas parrillas, cuya disposición varía a medida que avanzamos en la fase de construcción para complicarnos la tarea, se sitúan en la pantalla inferior de nuestra DS (por tanto, en la que tendremos que manipular las piezas con el stylus) mientras que la superior nos muestra una sencilla animación en 2D del capataz y los esclavos que tenemos bajo nuestra tutela en la edificación y que se irán encargando de recoger los pedazos de piedra y materiales que desbloqueemos gracias a nuestras acciones. También en esta pantalla se encuentran los indicadores de tiempo (que es limitado, por supuesto) y de puntuación.

La mecánica es muy simple: con un único movimiento intercambiable (sólo vertical u horizontal) tenemos que conseguir grupos de tres piezas del mismo tipo, que desaparecerán liberando la materia prima que ocultan para la construcción, quedando su hueco ocupado por las piezas adyacentes. Estos trozos del mineral ascienden hasta la pantalla superior, donde serán recogidos por los trabajadores, sumando puntos y permitiendo que la obra avance. Una vez hayamos vaciado todos los recursos del tablero, pasamos a la siguiente fase. No obstante, para ello tendremos que haber hecho descender también un gran bloque de piedra angular imprescindible para dar el toque final a cada etapa. Y así hasta erigir la Maravilla en cuestión.


Aunque cuenta con sus particularidades, no tiene mucho sentido enrollarme aquí en detallar más el procedimiento, pues es de esos juegos que hasta que no te pones con ellos no terminas de aprender –casi al momento, eso sí– su funcionamiento. Tan sólo indicar que contamos con ayudas que hacen más interesante y divertida la secuencia: si logramos juntar cuatro piezas iguales, conseguiremos una bola relámpago (que libera a nuestra elección una fila entera de las que estén en contacto con la misma) y si juntamos cinco, una bola de fuego (como la anterior, pero elimina fila y columna). De esta forma, te acabas picando por obtener grupos mayores de baldosas para sacar cuantos más puntos mejor y en menor tiempo. Ocasionalmente, en función de la puntuación, nos aparece un bonus que permite eliminar aleatoriamente entre 15 y 20 casilleros; todo un alivio cuando por fin lo vemos aparecer.

No implica mucha enjundia, pero es un jueguillo tremendamente adictivo. Recuerda instantáneamente al Tetris (que nunca acabó de gustarme, la verdad) pero con otras agradecidas funciones que lo hacen mucho más ameno y variado que aquel viejo clásico, contando además con una estética más vistosa, aunque no se trate precisamente de un producto donde la calidad gráfica impere. Puede llegar a ser algo frustrante, sin embargo, ya que si te quedas atascado (lo cual es muy común cuando ya te faltan pocas piezas para concluir la plantilla) y no llegas a terminar esa pantalla en el tiempo establecido, pierdes una de las tres vidas de que disponemos, y cuando estas se agotan del todo... ¡a empezar de nuevo desde cero! Por fortuna existe una modalidad opcional en la que el capataz concede pistas sobre el siguiente movimiento a realizar, aunque no sirve de mucho cuando vas bastante justo de tiempo, sobre todo una vez que pasas los niveles iniciales.


Uno de los puntos que más gracia le pone al asunto es la ambientación histórica en el marco de las Maravillas de la Antigüedad (la Pirámide de Giza, el Coloso de Rodas, los Jardines colgantes de Babilonia, etc.) a las que se ha añadido una octava de carácter ficticio: Atlantis. Está muy bien ir viendo la evolución en la realización de los monumentos según vamos cerrando etapas de la misma (al final de cada una, nos indican el porcentaje alcanzado de su construcción). Cuando esta queda concluida, el mapa se abre para enviarnos a otra región del viejo Mediterráneo y acometer otra de estas apoteósicas obras de arquitectura. Aunque muy sucinta, se proporciona también en este momento alguna información histórica sobre la nueva Maravilla que hemos de levantar. Asimismo resultan divertidas las animaciones que protagonizan los obreros para amenizar la partida, quienes no dudarán en ponerse en huelga -pancarta en mano y todo- cuando llevemos un buen rato sin enviarles recursos con los que manejarse (es importante mantenerlos ocupados, ya que de lo contrario abandonarán el campo de trabajo con lo que esto conlleva en la puntuación final de cada ronda).

Se trata, en fin, de un adictivo título que asegura horas de entretenimiento fácil (lo que a veces se suponía que iba a ser echar un ratito, se acaba convirtiendo en una hora larga), con una dificultad no excesivamente alta, un tiempo de ejecución correcto y completamente traducido al castellano, además de que hoy día se puede encontrar ya seguramente tirado de precio. La clave de su éxito, como en tantos otros casos: su sencillez.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Gorka, el viento de Odei


Para toda una generación de lectores, Gorka contiene un profundo significado. Yo debo confesar que no supe del personaje hasta su actual recuperación gracias a la editorial Dolmen. Mi periplo comiquero, allá por los años en los que Gorka asomaba el hocico a este mundo, no pasaba de lecturas más generalistas. En cambio, en aquellos que le conocieron en su etapa inicial constituye todo un símbolo de buena voluntad para hacerse un hueco en nuestro siempre difícil mercado. De este modo, se convirtió en uno de los referentes de la eclosión, de la 'revolución' si se la puede llamar así, del comic-book en España, que se produjo desde principios de los 90.

El caso es que las mudanzas editoriales a las que la creación de Sergi San Julián se vio sometida, con la incorporación entretanto de Carlos Portela y de Fernando Iglesias en el equipo, unido a la apretada agenda de sus autores -que les obligaba a postergar constantemente el proyecto-, su gusto por el perfeccionamiento reiterado, que a su vez les conducía a una incesante retroalimentación del personaje, y los distintos avatares comerciales sufridos por la serie llevaron al final a que la cosa se quedara únicamente en un sólido y estupendo trabajo que podría haber llegado a un sueño aún mayor.

De su nacimiento en el seno de Camaleón Ediciones quedó la inconclusa serie Jaún, compuesta por un número de presentación y tres entregas posteriores, dirigida (al principio en solitario y luego -en su inédita continuación- codo con codo junto a Portela al guión) por un bisoño pero ya bien prometedor Sergi San Julián. Por esos tiempos, contaba Gorka con una estética más inocente y un tono mucho más orientado al humor y la parodia. Como su modesta tirada se vendió muy aceptablemente, el cambio -o más bien, el progreso- de la serie parecía inevitable.


A Planeta, que no se le escapaban ni entonces ni ahora los destellos del éxito de ciertas obras de editoriales menores, no tardaría en llamarle la atención el achaparrado roedor presentado por estos gallegos, que bajo el resguardo del aclamado formato comic-book ya contaba con una pequeña legión de lectores fieles. De esta forma es como Gorka acabó entrando en su famosa, malograda y hoy día reinventada línea Laberinto. Y así se materializó el ciclo de Gorka que ahora nos ocupa: la miniserie "El viento de Odei", dividida en cuatro números y un especial o making-off (justamente el material ahora recopilado tras ímprobos esfuerzos por Dolmen). Claro que para llegar a ese punto, y debido al concienzudo revisionismo ya citado de sus artífices, tuvieron que pasar largos periodos de tiempo y prolongadas reuniones del trío artístico. La consecuencia fue la transformación de Gorka hacia una postura más épica, desdeñando los intentos de aproximación del personaje a sus inequívocas inspiraciones gráficas y argumentales, que no ayudaban a destacar sus puntos fuertes.


De ese borrón y cuenta nueva resulta nuestro héroe del día, un hombre-rata, mercenario del norte sin más precisiones, con un pasado difuso, paria entre los humanos, de gesto adusto, carácter huidizo y rápidas hachas de mano. Su parecido físico a medias entre el Cerebus, de Dave Sim, y el Solo, de Oscar Martínez (aunque me pregunto si éste último vino antes o después...) me parece que es innegable. Las comparaciones son odiosas, lo sé, pero en este caso harto reconocidas por los papás de la criatura. Bien es cierto, en todo caso, que el esfuerzo por apartarlo de semejanzas y dotarlo de una identidad propia para conformar una genuina historia de espada y brujería netamente española, se observa claramente y se agradece.

Y dado que tiempo y circunstancias se han juntado para brindarnos la oportunidad de leer esta saga, lo mejor es aprestarse a disfrutar (otra vez, para algunos, y por primera para otros) de la fantástica aventura que contiene El viento de Odei. En ella empezamos viendo al mercenario, sin un rumbo demasiado claro, deteniéndose en una fonda a medio camino de Odei donde conoce a Arno, un suspicaz mercader de armas que se dirige a la ciudad. Por azar, Gorka acaba uniéndose a la caravana del tratante, acaso queriendo eludir el destino que le auguran sus congéneres, el colectivo de las ratas, quienes ven en él al candidato perfecto para convertirse en su representante y ocupar el puesto vacío en el Concilio Animal, formado por las especies no humanas. Para que este último quede completo, alguien tendría que asumir la vacante que dejó el padre de Gorka, ahora Señor del Reino Invisible (del que se insinúa una escabrosa relación con su vástago) y así ser capaces de enfrentarse al culto que está controlando a la humanidad -otrora un miembro más del Concilio- y que en el presente les ha relegado a un ingrato olvido.


Más allá de estos acontecimientos, la llegada de Gorka a Odei provoca recelos entre la población (sometida voluntariamente al Bakar Jainko, esa nueva religión que capta día tras día a más gente). Ser distinto, unido a su contrariedad o indiferencia hacia la reciente ideología, llevará enseguida al hombre-rata a meterse en problemas y tener que comparecer ante los teócratas del Bakar, que han desplazado al consejo de notables en el poder de la ciudad. Pero, como enseguida comprobará, no es el único que se opone a la tiranía y opresión de los actuales gobernantes. Y esa creencia popular de que las ratas son las primeras en abandonar el barco que se hunde no se cumplirá en esta ocasión. El viento de Odei es en verdad un vendaval de libertad y una reflexión sobre la relación entre política y religión, enmarcada en una historieta que derrocha fantasía heroica allá por donde se la mire.


Sorprende descubrir la madurez que demuestran los autores en este trabajo del que se cumple casi una década. En el caso de Sergi San Julián, a su estilo ya atractivo a primera vista se añade una fuerza en el trazo, anguloso y con carácter, que denota su evolución desde los primeros números de Jaún con Camaleón. Destaca también la escala de sombras bien definida (aquí tiene algo que ver Oriol, hermano de Sergi) que se perfila durante la desenfrenada actividad de los protagonistas en esta saga. Y, sobre todo, hay que resaltar la caracterización de un Gorka humanizado, que ha adquirido proporciones y gestos creíbles dentro del antropomorfismo de su figura pseudo-animal.

En cuanto a Carlos Portela (subdirector del evento Viñetas desde o Atlántico, además de muchas otras ocupaciones en medios audiovisuales) la lectura da fe de su brillantez a la hora de resolver los alocados movimientos de este guión y su soltura para combinar escenas de acción con pura intriga y emoción heroica, por más que él mismo declare que cambiaría muchas cosas de su intervención en esta obra. Además, con sólo unas breves menciones en el momento oportuno, consigue inducir en la historia y en las experiencias personales pasadas y potencialmente futuras de Gorka (aunque, por desgracia, estas últimas no se hayan visto todavía realizadas) una aureola de misterio que hacen al personaje todavía más atrayente. Portela también ha procurado que no se vuelva un inconveniente la sustitución casi total de la faceta humorística del primitivo Gorka por un acusado sentido épico, extremo este del que mejor darán cuenta los lectores del primer arco del ratón guerrero, entre los que no me cuento para poder hacer tal comparativa.

No menos importante es la participación de Fernando Iglesias, cuya fluidez en el manejo del storytelling no pasa en absoluto desapercibida: la composición de página del historietista es excepcional y digna de admiración. Gracias a su labor conjunta con San Julián, nos ofrece páginas que son para quedarse realmente ensimismado (lo que es mucho decir tratándose de un tebeo sin color) y, como muestra, basta recordar la sensacional doble plancha de huída de la torre del Bakar Jainko a través de las alcantarillas (sólo un ejemplo entre los muchos que podemos encontrar).


En serio, es una lástima que estos tres señores se hallen tan volcados en sus actuales planes laborales que no dispongan de tiempo para elaborar otra de las miniseries antaño proyectadas para Gorka, aún cuando ellos sí han vuelto a trabajar juntos en alguna ocasión (ahí está La cuenta atrás, de Portela y San Julian, para atestiguarlo). Sin embargo, no hay que dar nada por sentado y la posibilidad de contemplar nuevas aventuras del personaje queda abierta.

El caso es que Gorka podría contarse entre las mejores obras de fantasía realizadas en nuestro país de haber mantenido una cierta continuidad. Con lo publicado hasta la fecha (además de los ciclos ya citados, existe un número apócrifo del que no he podido averiguar gran cosa) se constata que aquí había mucho de donde sacar: buena materia prima y talento de sobra para alcanzar cotas mucho más altas. La importancia de esta publicación radica en buena medida en lo que se hubiera podido llegar a convertir, con multitud de ideas (¡y hasta páginas enteras inéditas!) que se han quedado guardadas en un cajón, del que no sabemos si algún día saldrán... Suponemos que los autores son muy conscientes de ello. Aspectos como el papel del padre de Gorka en el Concilio Animal, o la misma idiosincrasia del Bakar Jainko (apenas esbozados) que seguramente tuvieron la intención de desarrollar en miniseries que ahondarían en estas y otras cuestiones. Con algo de apoyo, además, y quizá también de perseverancia, Gorka podría haber visto la luz en otras tierras (a la vista de los intentos realizados, incluso con pruebas de color a tal efecto). Pero, una vez más, quisieron los hados que la idea no llegara a buen puerto.


Dejando de lado todas estas hipótesis, lo que cuenta ahora es que tenemos entre manos un tebeo que reúne un gran entusiasmo por parte de sus autores, de antiguos lectores y del mismo editor de la línea Siurell de Dolmen, Jorge Iván Argiz, que con su intermediación y empeño personal ha conseguido que vuelva a estar en las librerías. Sin duda, es palpable en el resultado final el cariño y la dedicación puestos por todas las personas que han tomado parte en su difusión.

Al hilo de la edición de Dolmen (pese al retraso constante de su salida, motivado por la inclusión de nuevo material extra que, a la larga, ha hecho que la espera mereciese la pena) debemos reconocer que es magistral. Un tomo de lujo en tapa dura, con prólogo de Antoni Guiral y textos de referencia creados expresamente por Sergi y Carlos, acompañados de los clásicos bocetos, muestras de grises, pin-ups y curiosidades varias. Un imprescindible para mitigar la sed de improbables y postreras peripecias de Gorka.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Nuevos proyectos para Thorgal


Hoy he recibido una sorprendente noticia que nos trae, por medio de la suscripción a su boletín, la gente de Thorgal: le deuxième Monde. Os transmito lo que más o menos viene a decir:

Numerosos proyectos están en curso de desarrollo en torno a nuestros héroes. Si la intención de realizar la película parece hallarse -todavía- en punto muerto, otras ideas en cambio podrían llegar a buen término en los siguientes meses.

Así, podemos hablar en primer lugar de una Enciclopedia del mundo de Thorgal, quizás el trabajo más avanzado, que estaría diseñada por Grzegorz Rosinski, por supuesto, pero también por otros grandes nombres internacionales de la BD y de la ilustración.

De igual forma, se perfilan en el horizonte posibles series derivadas de la colección principal:
  • Próximamente tendría que aparecer un álbum independiente consagrado a Kriss de Valnor (por un dibujante italiano..?) que por ahora parece haber sido aplazado.

  • Otras informaciones nos ponen sobre la pista de una serie distinta dedicada a Jolan, Manthor y sus recien adquiridos compañeros (dirigida por Yves Sente, pero sin Rosinski).

  • Se rumorea con cierta insistencia sobre una obra dedicada a Loba, princesa de los bosques, orientada a los más jóvenes, donde la pequeña de Thorgal iría acompañada de animales.

Aunque varios de estos planes parecen cogidos por un hilo, hay uno que va a concretarse en los próximos días: se trata de la primera adaptación a novela del universo de Thorgal, que saldrá publicada este 12 de Noviembre. Bajo una magnífica portada de Rosinski, L'enfant des étoiles nos contará la infancia y la adolescencia de Thorgal, desvelando parte de sus orígenes. Más datos a continuación:

L'enfant des étoiles
(El hijo de las estrellas)
Colección: Thorgal
Autor: Amélie Sarn
Éditions Milan




Fecha de salida: 12/11/09
ISBN: 978-2-7459-3922-7
Páginas: 416
Encuadernación en rústica
Formato: 12,3 x 18 cm
Temática:
Aventura, Ciencia-ficción
Precio: 15 €

Sinopsis (facilitada por la editorial):
La célebre bande dessinée por fin adaptada a novela para revivir las aventuras de Thorgal, el niño venido de las estrellas. Respetando el universo imaginario de la BD que mezcla mitos nórdicos, creencias antiguas y ciencia-ficción, este primer libro de la serie narra las pruebas que afronta Thorgal, desde su infancia a su vida de juventud, descubriendo por el camino algunos elementos que forman el misterio de sus orígenes.


Quiero puntualizar que no entiendo muy bien la finalidad de un nuevo giro a la figura de Jolan (¿acaso el ciclo actual de la serie madre no asume precisamente esa intención?) Sin embargo, no seré yo quien ponga objeciones a todo lanzamiento que ofrezca buena pinta alrededor de una de mis colecciones favoritas. Pero, por experiencia en casos similares, sé que cuando demasiados proyectos rodean una obra de éxito -por más que este sea arrollador- acaban por no fructificar o calar entre el público.

Eso sí, la Enciclopedia se me antoja un material muy apetecible y nada capcioso si tenemos en cuenta que estamos hablando de una colección que hoy día ya supera las treinta entregas.

He de reconocer que tampoco me gustaría que el mercado se saturase de productos alternativos que desvirtúen la labor original de los autores, pero sí recibo con prudente curiosidad -y hasta cierta alegría- esta novela de aparición inminente. Si nada lo impide, espero poder conseguirla y contaros algo más de la misma en un futuro.

Todas estas novedades aún por confirmar, ya sabéis, de momento no estarían disponibles más que para nuestros vecinos franceses.
¿Tomará Norma Editorial nota de ello?

domingo, 1 de noviembre de 2009

Ágora


Para la antigua civilización griega, el ágora era ese espacio público que ocupaba en toda ciudad grande, preciada de serlo, el punto común de encuentro en el que desarrollar las actividades políticas, mercantiles y sociales que dirigían la vida urbana. Con esta finalidad se convertía igualmente en un crisol de culturas, por más que sus representantes se dividieran en distintas clases bien diferenciadas y de desigual participación en las cuestiones asamblearias de la urbe; esclavos, metecos o extranjeros, ciudadanos, comerciantes... de credos y valores diversos pero con lazos inevitablemente unidos en el curso de sus funciones. Un lugar en el que estrechar relaciones o dirimir las disputas pero, en todo caso, de convivencia y proximidad.

En la Alejandría del s.IV, exhibida por un arriesgado Alejandro Amenabar que esta vez se atreve con el género histórico, encontramos en un principio ese ágora de idealizada descripción que inevitablemente se resquebraja ante la pujanza de los crecientes fundamentalismos de un Bajo Imperio Romano donde el cristianismo se impone como religión mayoritaria desde su antaño denostada posición. Y en esta misma Alejandría, que deslumbra desde su maravilloso faro e ilustra con su imponente biblioteca de carácter universal, una mujer destaca por encima de los incipientes conflictos que amenazan el equilibrio social: Hipatia, excepcional astróloga, matemática y pensadora neoplatónica que enseña su ciencia a los grupos de clases cultivadas, entre los que se encontrarían el futuro obispo Sinesio de Cirene o el mismo Orestes, años más tarde prefecto y representante del gobierno romano en la ciudad. No indiferente a las oleadas ideológicas que sacuden su lugar de nacimiento, pero sí tratando de guardar una mesurada neutralidad, Hipatia (interpretada por la inspiradora Rachel Weisz) se centra en sus estudios sobre los secretos que el cosmos planteaba entonces a la corriente intelectual de la época, al menos hasta donde le dejan los acontencimientos que atacan su tiempo y marcan la vena dramática del film.


Ágora muestra el eterno conflicto ciencia-religión, quizá no muy original sobre la gran pantalla pero sí bien agradecido desde la perspectiva de un cineasta español que se viene alejando de lo que hacen otros, donde el protagonismo se turna difusamente entre la filósofa empeñada en defender sus teorías, tratando de mantenerse ajena al alboroto que se desata fuera de su escuela, y un esclavo al servicio de su casa, indeciso ante la seducción que le plantean por un lado su ama y por otro una revolucionaria doctrina que en pocos años no ha parado de granjearse adeptos. Aunque identificada en personajes de menor profundidad, también se representan la figura del que se aúpa sobre la fe para alcanzar el poder y acaba siendo una víctima de las trampas de ésta, o la de quienes hacen uso de la ignorancia del pueblo abocado al fanatismo por necesidad, postura por desgracia muy frecuente aún en nuestros días. Igualmente, el tratamiento a la mujer y a las castas más desfavorecidas aparecen perfilados durante las dos horas de proyección. Al final, la lección es clara: todo extremo resulta fatal, abandera la intolerancia, destruye la libertad, acaba con el mutuo entendimiento y cercena de raíz el progreso cultural, retrasando el avance de la civilización.


En este sentido, el guión que describe tan turbulento periodo en el espléndido escenario sobre el delta del Nilo reparte tortas casi por igual a todos sus participantes: desde un agónico paganismo que palidece día tras día y resuelve sus controversias a golpe de espada ante la falta de otros recursos, a una fe cristiana que salta de la piedad a ser instigadora del odio (reflejado con fuerza en las personas del obispo Cirilo, de Amonio y de los parabolanos) olvidando enseguida la persecución a la que sólo unos decenios antes se veía sometida, y pasando por un vengativo e interesado colectivo judío que pretende prevalecer en el dominio absoluto de la verdad. La crítica a este tridente de confesiones (le hubiera faltado la islámica para completar el cuadro de grandes dogmas merecedores de un afilado recordatorio de su pasado y presente) es justa y equilibrada, si bien me parece ver un mayor enconamiento hacia la creencia preponderante, esta es, la del emergente cristianismo. En lo personal, tengo que reconocer que, aunque sólo sea por ese cierto ánimo de polemizar entre algunos sectores y suscitar el escozor en el núcleo más reaccionario de las filas católicas, ya en ese punto la película me agrada y tiene en parte ganado. Uno que es así...

En su papel de absoluta protagonista hay que decir que destaca una estupenda Rachel Weisz bastante correcta en su interpretación frente a unos compañeros de reparto, sobre todo el esclavo Davo (Max Minguella) y el prefecto Orestes (Oscar Isaac), que no transmiten todo lo deseable y resultan poco convincentes. Existe cierta dificultad para seguir el guión, algo flojo en determinados momentos al querer presentar un marco en exceso didáctico y no siempre definido. A ratos se me hizo un poco dilatada; tal vez porque se pierde demasiado en las disquisiciones astrológicas de Hipatia, que aunque no dejen de resultar interesantes parecen distraer de lo que realmente se nos quiere contar, que es mucho. Y tal vez ahí radique su principal problema: tildada de pretenciosa por querer abarcar demasiadas cosas, es verdad que realmente no llega a ahondar en el fondo del abanico de ideas que sólo sugiere. Pero, con todo, me parece una buena película; desde luego, a años luz del tipo de producciones que lamentablemente perpetra el cine autóctono.



Pese a salir bien parada en Cannes y estar siendo un taquillazo (aunque eso no garantice nada) la cinta no está exenta de lapidación por buena parte de crítica y público que no han dejado de exigir más y mejor al joven director (no olvidemos que nuestro mal endémico es la envidia, junto al ánimo de menosprecio -como deporte nacional- de todo aquel que triunfa). Vale, quizás Ágora no sea el trabajo más redondo de Amenabar ni resulte tan prometedora como pudiera parecer, pero (aunque todavía me falta por ver la oscarizada Mar adentro; seguramente porque, unida a mi incapacidad de tragar a Bardem, trata sobre un tema que no me atrae excesivamente) creo que la producción que ya tiene a sus espaldas le otorga un merecido talento muy por encima del resto de los que se hacen llamar profesionales del cine español, salvo contadísimas excepciones que puedan equipararse a su altura. Al menos Amenabar tiene el valor de dar enfoque sobre unas temáticas que otros directores de aquí ni miran de lejos: hartitos estamos ya de sociodramas cansinos, tostones incongruentes y repetitivos, lastrados por el sempiterno culiteteo que no viene a cuento. Ágora podrá tener sus pros y sus contras, pero al menos se sostiene no sólo sobre una buena idea de partida, sino también sobre una intención de entretenimiento que al fin y al cabo -no nos engañemos- es de lo que se trata cuando uno paga por acudir al cine (que para narrarnos siempre las mismas penurias cotidianas ya tenemos cada uno lo nuestro...) Conste que no defiendo, diciendo esto, a los muchos bodrios comerciales americanos que igualmente sufrimos, y que el dinero con que se cuente es importante para el resultado del producto final (aunque nunca ha sido óbice para narrar una buena historia), pero acaso la comparativa general haga que mi valoración de esta película sea todavía mejor.

También se ha estado postulando la veracidad de los hechos históricos que se ponen en pantalla. Yo no estoy muy puesto en el periodo histórico y entorno geográfico en que se basa para darle o quitarle razones en ese sentido (supongo que se habrá tomado sus licencias, como toda obra de género) así que, obviando este aspecto que no deja de ser relevante, mi buena nota se ciñe a lo que tiene primero como película transmisora de unas ideas atrayentes, y luego en su faceta de producción cercana al peplum o de aventura basada en la historia. Al menos no se le puede negar que logra meter en ambiente al espectador, gracias a unos decorados egipcios realistas (trasladado el equipo de rodaje a la isla de Malta), un vestuario intachable y otras cuestiones relacionadas con las que creo que está por encima de la media.


Asimismo, al disponer de un presupuesto pocas veces -¿o ninguna?- antes manejado por el cine español, se caracteriza por ser un rodaje (en inglés, como suele pasar en estos casos) limpio, con una buena fotografía y puesta en escena (abusando en ocasiones de planos aéreos y espaciales no del todo justificados, diría), una cuidada banda sonora y un buen uso de la cámara (a destacar la secuencia del saqueo de la biblioteca) aunque a veces el montaje general sea algo confuso. Por mi parte, me quedo con momentos como la salvación desesperada de los manuscritos más importantes en aquel reducto del saber que fue la mítica biblioteca de Alejandría, o la disyuntiva entre amor y obediencia a la que se ve sometido Orestes, así como un final sin duda emotivo.

Amenabar firma una cinta para mi gusto muy interesante, que quizá caiga en el error de querer ser completista y no alcanzar toda la magnitud filosófica que pretende, pero en todo caso cumple un claro objetivo de adoctrinar desde una posición respetuosa nada fácil de asumir, y proporciona un visionado lo bastante agradable para salir del cine con una sensación de satisfacción y de no haber tirado el dinero, algo difícil actualmente.

Web oficial de Ágora, la película

Trailer en español:
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