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sábado, 10 de diciembre de 2011

Expocómic 2011, visto y no visto


Esta vez mi paso por la edición anual de Expocómic (14ª jornada) fue más fugaz si cabe que nunca. No llegué, para variar, con tanto tiempo como hubiera querido y en apenas dos horas tuve que concentrar, sin éxito, aquello que más me interesaba hacer. Y eso que de entrada ya descartaba dedicarle tiempo a las compras en la visita de este año. Así que mi crónica del festival, tras casi una semana de que haya cerrado sus puertas, se resume en esta ocasión en pocas líneas.

Me entero, por un comunicado de la propia organización, que la afluencia de este año ha sido inferior a la de 2010. Sin duda ha tenido que ver, más que con la ya omnipresente crisis, con que el evento se haya celebrado al inicio de uno de los puentes más importantes del año, que muchos madrileños apuramos para escapar de la ciudad. Por este motivo a mí me fue imposible pasarme de nuevo a lo largo del fin de semana. Lo cierto es que no faltaba público el viernes por la tarde, pero en ningún caso la sensación era de agobio, como antaño. ¡Cuánto ha ganado el salón con su reubicación en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo! Se podían recorrer los pasillos que formaban los distintos stands con toda tranquilidad e incluso husmear a fondo en estos (aunque no fue mi caso) en busca de alguno de aquellos tebeos que se nos resisten, sin estorbos. Por lo demás, ahí estaban como siempre los talleres y conferencias, las sesiones de firmas de autores, algunas actividades paralelas, los otakus disfrazados de sus personajes favoritos, los puestos de merchandising y los típicos mostradores para la venta de los chuches (que diría ése que ahora nos ha caído de presidente).

De las exposiciones que se anunciaban este año, la que más interés tenía por ver (y de la que además me habían pedido hacer unas fotillos) fue la dedicada a la creación del álbum Spirou: Diario de un ingenuo, de Émile Bravo, ya que el autor franco-español era uno de los principales invitados y el creador del cartel oficial de esta edición. El citado tebeo me encantó cuando lo leí y ya me hizo interesarme en su momento por otros trabajos de Bravo, tales como Mi mamá está en América o Las aventuras de Jules (cuyo último número pude comprar en Francia hace un par de meses, pues en español la serie permanece sin publicar, salvo por la tímida tentativa de Brosquils). En la expo se podían ver planchas originales de esta BD, en las que se apreciaba el exquisito trazo del homenajeado, así como cinco láminas inéditas que cuentan un nuevo enfoque, en esta versión, del origen del nombre de Spirou, en la historieta La loi du plus fort.



Aprovechando su presencia en el salón, quise tener la oportunidad de que Émile Bravo me firmara uno de sus tebeos (me llevé precisamente el Spirou, de entre los que poseo, por aquello de que la temática de la muestra giraba en torno a este álbum). Hasta ahora no había probado aún esto del sistema bajo numeración para acceder a los autores que vienen de fuera y firman en el escenario. En principio tuve suerte y pude conseguir situarme entre los diez primeros para la sesión de la tarde, pero entre lo dicharachero que es el autor y, sobre todo, a causa de una groupie del mismo que estuvo hablando con él muy largo y tendido, el resto de los que hacíamos cola pasamos más de tres cuartos de hora hasta que llegó nuestro turno. Bien es cierto que la espera mereció la pena: conseguí una bonita dedicatoria y pude charlar un rato con él -que por cierto habla un correctísimo español-, quien me confirmó que está en negociaciones para una continuación de Diario de un ingenuo (¡gran noticia!); pero para ello tuve que renunciar a que mi paso por otros stands fuese un poco más distendido y, por lo tanto, a firmas de otros autores a quienes también me hubiera apetecido mucho saludar.



Uno de estos encuentros fue el que tiene lugar en el stand de Aleta, para mí ya todo un clásico del Expocómic. No llegué a darme cita por poco con Pedro Camello (¡atentos al retapado de su Treyes, a la venta desde este mismo mes!), aunque un fabuloso dibujo de su trabajo en preparación, Cruz Negra, se vino conmigo a casa por azares del destino. Con quien sí pude coincidir fue con Jordi Bayarri, que muy amablemente me hizo una dedicatoria en la última entrega, también recién sacada del horno, de su serie Entre Tinieblas. Creo que ambos autores no necesitan presentación para los que sois asiduos de este blog, pues de sobra sabéis que se cuentan dentro del grupo de mis predilectos del cómic nacional.



En fin, un corto paseo hasta el momento de cierre de ese día puso fin a mi visita anual del certamen que, ya veis, no me cundió demasiado. Al final piqué con alguna compra aislada de última hora, ya casi cuando estaban recogiendo (me hice incluso con una chapita de la casa Stark y todo), pero me quedé con la sensación de no haber podido sacarle más partido a la jornada. Para colmo, con las prisas, hasta perdí 10€ por allí (si alguien que me lee se los ha encontrado, en la barra lateral tenéis el mail del blog para contactarme... :P )

Una de las sensaciones reconfortantes que me quedan es que esta ha sido la primera feria del cómic en la que ha puesto el pie mi sobrino, de apenas cuatro años, y que por ahora anda obsesionado con Spiderman. Según me cuenta mi cuñada, el pobre iba un poco acojonado al ver tanto cosplay, pero lo importante es que ya empieza a dar indicios de frikismo, jeje. Cuestión de ir creando escuela...

3 comentarios:

jose luis povo dijo...

Enhorabuena, Jolan, por las dedicatorias, en especial ese Spirou de Bravo. Y gracias por la primicia sobre ela continuación de Diario de un ingenuo. Esperemos que en su momento le toque el pétalo de "sí" en la margarita de Planeta. Saludos!

Pardi dijo...

Corto pero intenso... conseguiste buenos dibujos. El de Pedro Camello es sensacional..... tengo ganas de ver publicado su nuevo cómic.

Yo mañana termino de publicar los dibujos conseguidos y tengo 2 de Emile Bravo, coincido contigo en decir que es muy agradable.

Jolan dijo...

Jose Luis,
Parece bastante factible lo de esa segunda parte de Diario de un ingenuo; creo que el álbum de Bravo gustó mucho a todo el mundo. Y eso que el aquí aún inédito Le groom vert-de-gris se presentaba como una especie de continuación del mismo (por cierto, a ver si Planeta lo publica de una vez!).

Pardi,
Si no se me hubiera ido tanto tiempo en la cola de espera para las firmas de Bravo, habría podido exprimir mucho más la visita. Pero bueno, no se dio mal dentro de lo que cabe. Luego pensándolo vi que podía haberme llevado al salón alguno más de sus álbumes y aprovechar para que me los dedicase también.

El Cruz Negra de Kame promete ser un bombazo. Muy en breve hablaremos por aquí de sus trabajos, ya verás.

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