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lunes, 25 de noviembre de 2013

Thorgal (XXV): La peste azul

Rosinski – Van Hamme (1999)
Norma Editorial. Colección Pandora nº 85
Edición original: Le Mal Bleu

Atención: este artículo puede revelar detalles sobre el argumento.

Sigamos avanzando en la cronología de Thorgal, al que he tenido un poco descuidado los pasados meses, con un nuevo álbum de transición. Como ya subrayé en la anterior entrega del monográfico, estas últimas aventuras no pasan de ser entretenidas, sin gran cosa que aportar a la obra desde un punto de vista global. Leyendo La peste azul uno se queda con la sensación de que es una historieta que podría haber tenido mucho más tirón durante la primera etapa de la serie, en los años 80, pero que a estas alturas sabe a poco y arrastra señales de repetición y cansancio en los autores.

La peste azul es sin duda un álbum flojito, con un planteamiento muy mejorable, pero que aun así se deja leer bien. No por eso podemos decir que no ocurra nada (la familia al completo, de hecho, está al borde de perecer de una manera atroz, esta vez a causa de un enemigo intangible), pero el desarrollo del guión resulta un tanto desastroso y decepcionante, con un Van Hamme de mano suelta que recurre con demasiada facilidad a maniobras deux ex machina impropias de él. Por su parte, Rosinski mantiene el listón de la calidad gráfica en su sitio, aunque sorprendentemente los reproches también afectarán al dibujante en el siguiente número, como ya veremos.


Tras la separación momentánea que tuvo lugar en Aracnea, la familia de Thorgal, otra vez reunida, se toma un breve respiro en las tierras donde sucedieron los acontecimientos del episodio previo, antes de partir nuevamente hacia un lugar más lejano, allá donde "la crueldad de los dioses y los hombres aún no haya podido llegar". Días más tarde, arriban a costas salvajes frente a las que se cruzan con una barca a la deriva, en la que hallan un cadáver con el rostro desencajado, en un horrible estado de descomposición, y mientras Jolan registra imprudentemente el esquife, sufre la mordedura de una rata.

No hay tiempo para reaccionar, pues de pronto el bote en el que viajan es perseguido por una extraña partida de indígenas enanos que se muestran de lo más agresivos. Salvados in extremis por la oportuna aparición de la chalupa sobre la que navega el reyezuelo local, Thorgal y los suyos son acogidos como honorables huéspedes en su palacete en medio del manglar y colmados de atenciones, sobre todo gracias al encaprichamiento de su anfitrión para con Aaricia. Pero las cortesías se tornan en desprecio y repulsión cuando éste descubre que están contagiados de un temible mal. Arrojados a una árida prisión de rocas y arena en el fondo de un barranco imposible de escalar, Thorgal debe ingeniar un modo de huída si quiere librar a los suyos de una dolencia espeluznante para la que no existe remedio conocido. Se inicia una cuenta atrás... y cada minuto que pasa es crucial para la supervivencia de los infectados, cuya piel se vuelve azul por momentos.


Por primera vez en mucho tiempo, quizá desde los números biográficos dedicados a Thorgal y Aaricia, que por su condición especial se desarrollaban de un modo diferente al resto, se recurre a la utilización de cuadros de texto descriptivos, donde un narrador —papel que ejerce Jolan en este caso— nos sitúa en la historia justo hasta la mitad exacta del álbum. A partir de ese momento, es el propio Thorgal quien toma el control de la acción en su búsqueda del valioso antídoto que todos necesitan para salvar la vida. Además de por este detalle, el tomo tiene una estructura curiosa. En las dos primeras planchas, Van Hamme resume lo ocurrido en la aventura anterior, mientras que en las dos siguientes despacha su estancia y partida de la ahora plácida isla de Aracnea.


A propósito de esta marcha, decidida de un modo algo impulsivo por nuestro pacífico héroe, uno se pregunta si en realidad detrás de ese afán por encontrar la paz de una vez por todas no se esconde cierto espíritu de culo inquieto (como al final le pasaba también a Prince Valiant), pudiendo conformarse con vivir tranquilamente en un lugar que les ofrece cuanto precisan, siendo coherente con sus anhelos, donde incluso es idolatrado por el pueblo como su líder. Claro que esto iría contra nuestros intereses —los de sus fervientes lectores— de modo que, como si nos leyese la mente, Thorgal sentencia la posibilidad de quedarse con una frase lapidaria ("un rey siempre es esclavo de sus súbditos, y yo no quiero ser ni una cosa ni la otra") que le sirve de excusa para izar las velas.

En el camino dejamos, por desgracia, a los afables hermanos Derek y Lehla, que optan por parar aquí su viaje (para gran pesar de Jolan, que pierde de un plumazo a un buen amigo en la figura del primero y a su primer amor, en la segunda). Decimos adiós a una pareja que podría haber dado más juego dentro de la colección, pero a quienes consecuentemente los autores apartan de la historia para no lastrar el agitado devenir de las odiseas familiares (aunque tal vez nos llevemos una sorpresa y sepamos algo de ellos en un futuro...) Les acompañará también el añoso Muff (cómo voy a echar de menos a ese viejo chucho fiel), que el pobrecito se ha ganado el descanso después de tantas idas y venidas.


El principal enemigo de Thorgal en este capítulo (dejando al margen al timorato príncipe Zarkaj) es la epidemia de efectos devastadores que le da título al álbum. Una infección comparable a la temida peste negra o a cualquier enfermedad de nuestro tiempo, pongamos como ejemplo el sida, que sirve al guionista para abordar el que, a mi entender, es el tema de fondo de este número: la exclusión social. Un rechazo que se denuncia desde dos frentes: el del clan de los Myrms, marginado y recluido a las profundidades de la selva por su deformidad física, y el de los propios afectados por la peste azul, tratados con una crueldad inusitada y relegados a un destino aún más inhumano si cabe con el sacrificio voluntario sobre la roca de la liberación como único 'cuidado paliativo'.


No obstante, la explicación de cómo se ha creado la comunidad formada por los primeros, los pigmeos ocultos en la jungla (que, otra vez, nos recuerda a los paisajes amazónicos del ciclo de Qa, con su monstruo de las marismas tipo Cthulhu) y la adopción de su jefe, es bastante ridícula en sí y forma parte de esas levedades de guión a las que decía que se rinde Van Hamme en esta entrega, contradiciendo sus originales golpes de efecto. También defrauda un poco la argucia clásica de los gemelos, que de la noche a la mañana solventan sus desavenencias, o que la clave en la misión de Thorgal resida en el sabio Armenos, cuya identificación con un ficticio Da Vinci, taller de inventos incluido, es una comparación inevitablemente facilona. El colofón es un final casi idílico que contrasta con lo mal que lo han pasado los protagonistas a lo largo de este volumen.


Mal que me pese decirlo, la colección aún está por tocar fondo con la siguiente aventura, aunque por suerte haya vuelto a remontar en números posteriores. La peste azul, en cualquier caso, ofrece una lectura con matices interesantes y buenos momentos, entre los que me quedo con una frase de Thorgal a la llegada al palacio de verano de Zhar, muy oportuna para los tiempos que corren y a la que me adhiero totalmente: "Los príncipes, los jefes y los reyes son raramente modelos de generosidad, Aaricia. Estas riquezas que te rodean son, probablemente, el fruto del sudor y el sufrimiento de todo un pueblo".


Muchas y muy variadas noticias frescas nos llegan en torno a Thorgal desde tierras del norte. Para empezar, el tomo 34 de la serie, titulado Kah-Aniel, es ya una realidad. Y mientras aquí aguardamos su publicación, en cuestión de semanas tendremos disponible en español la tercera parte del spin-off de Kriss de Valnor: Digno de una reina.


Exposiciones, la nueva aplicación enciclopédica para tablets y smartphones, una biografía exclusiva de su dibujante o la inauguración de un mural propio en Bruselas sobre Thorgal son, entre otras, algunas de estas primicias que se suceden acerca de una obra más viva que nunca. Pero la noticia estrella es la visita de Grzegorz Rosinski a las jornadas comiqueras Fnac/SD de Madrid, los próximos 13 y 14 de diciembre (incluyendo un encuentro exclusivo para socios con el autor), motivada seguramente por la celebración del ya cercano Expocómic 2013, si bien la organización aún no ha confirmado su presencia como invitado al festival mismo. ¡Ojalá que para el siguiente artículo pueda mostraros uno de mis álbumes dedicado de su puño y letra!

2 comentarios:

Pardi dijo...

Como me gustan tus entradas de Thorgal pero como alguna vez te he comentado ya no puedo iniciarla.... me parecen demasiados los 30 tomos que ya tiene. Dedicaré los esfuerzos económicos por otros lares.

Salu2

Jolan dijo...

Gracias Pardi. Quién sabe, quiza cuando salga un futuro integral de la serie, ¿no? Seguro que acabará llegando. Saludos!

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