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sábado, 24 de noviembre de 2012

Cruz Negra: La Frontera (I)


En el cómic, como en cualquier otro campo creativo, tendemos a ver en determinados acontecimientos, períodos y lugares una fuente recurrente sobre la que forjar buenas historias y, a fuerza de convertirlos en paradigmas de su género, hemos llegado a un punto de desgaste que juega en contra de la originalidad. Además, existe un pensamiento un poco arbitrario (más aún en relación al ámbito histórico) de creer que el germen de un buen relato proviene siempre de fuera, que le pertenece a otros.

En esta página ya sabéis que nos gusta muy en particular la época medieval, sobre todo porque es el marco donde más cómodamente se mueve la fantasía; una etapa en la que literatura, celuloide y arte secuencial pecan invariablemente de ese vicio. Cuando se trata de una obra de caballería en la que aparecen castillos que defienden los límites de feudos enemistados, evocamos el Medievo más legendario de extracción anglosajona. Y sobre las razias de bárbaros y otros pueblos salvajes, lo que primero nos viene a la cabeza son los vikingos, los clanes germánicos o las huestes de las estepas de Oriente. Al hablar de guerreros cuyo fervor les impulsa a organizar cruzadas y a proteger con obstinación una plaza fuerte, aparecen ipso facto el poderoso Temple y sus incursiones a Tierra Santa. Incluso si es la pugna entre dos facciones enfrentadas por establecer la línea divisoria de sus territorios, nos resulta casi más fácil recordar antes las inmensas llanuras y cañones del viejo Oeste americano que cualquier otro escenario que nos pueda tocar más de cerca.


Pues lo cierto es que ninguna de estas vicisitudes históricas que planteo le son en realidad ajenas a nuestro revuelto y complicado pasado hispánico durante aquel extenso periodo de mil años. Y en cambio, qué poco nos acordamos, por ignorancia o desinterés, de que llevamos a nuestras espaldas un filón donde tienen cabida multitud de grandes y pequeñas historias testigo de aquellos tiempos remotos. Es como si existiese un celo o complejo en tirar de lo nuestro lo que nos hace perdernos a veces crónicas tan apasionantes como la que, por fortuna, sí nos podemos encontrar en el recién publicado Cruz Negra, de Miguel Gómez AndreaGol’ y Pedro Camello, a quienes no se les ha escapado que esa Edad Media de identidad propia tan tumultuosa como desconocida nos ofrece una fértil reserva de héroes, batallas y anécdotas capaces de procurarnos magníficos momentos.


Con todo esto, lo que quiero transmitiros es que debemos felicitarnos por recibir obras que, como Cruz Negra, se acuerden un poco de que aquí también tuvimos todo un universo medieval muy rico e inspirador, sin recurrir necesariamente a los arquetipos clásicos allende nuestras fronteras para contar historias de caballeros y héroes. Cansado de ver cómics que abundan con más o menos acierto en los mismos capítulos de esa parte de la Historia e inciden en las figuras destacadas de siempre, ya sean reales o legendarias, es un soplo de aire fresco leer algo sobre un contexto tan poco explotado en este medio gráfico como lo es nuestra Reconquista; en un tiempo y lugar que aúna todas las posibilidades al alcance. Porque lo cierto es que, escarbando en la memoria, son pocas las obras que logro traer ahora en mente enfocadas a esta materia: existe algún que otro cómic sobre El Cid, creo, o está el más reciente Ramiro de Stoquart y Vance que acaba de sacar Ponent Mon. El tebeo que hoy nos ocupa ya puede incluirse felizmente dentro de esa reducida lista y estoy seguro de que no seré el único en acogerlo con los brazos abiertos.


En una perfecta definición proporcionada por Pedro Camello, coautor de esta novedad de Aleta Ediciones, podemos decir que estamos ante un «western ibérico medieval», con el que ya de paso tanto dibujante como guionista hacen un poco de patria y homenajean la región sobre la que están afincados. Vamos a echar un ojo al argumento de esta primera parte (de dos) de Cruz Negra - La Frontera:

Año 1230; en las tierras que se extienden al sur de Cáceres. Un territorio sometido a los vaivenes de conquistas y de los asaltos incesantes entre el reino cristiano de León y los invasores almohades. Frey Juan de Santihervás, apodado Cruz Negra, y el hermano Alonso, caballeros de la orden de Alcántara, recorren la comarca bajo un sol de justicia. En los alrededores se alza la granja de los García, como uno de los escasos refugios en mitad de esas tierras desapacibles, donde subsisten Hipólito, su mujer y los hijos que años de hambrunas, saqueos y precariedad les han dejado vivos, de la cría del ganado en las dehesas despobladas y tratando de extraer un puñado de grano del terruño. Para los fatigados hermanos es un buen lugar donde hacer un alto y reponerse de los rigores del camino, mal que le pese a la familia de labriegos tener que compartir el puchero con los supuestos protectores de su humilde hacienda recién concedida.


Pero como en cualquier parte de esta peligrosa frontera jalonada de asentamientos que están cambiando de dueño, el riesgo de toparse con el enemigo a las puertas de un momento a otro es inminente. Y no siempre es fácil salir bien parado de estas escaramuzas, aunque cuentes con el favor de tu dios y con el apoyo de tus compañeros de armas, pues a veces hay fuerzas que están más allá del alcance de las espadas que se levantan por la causa que uno defiende.


No tendría mucho sentido que yo tratase de hacer una introducción histórica exacta del escenario que recoge la aventura de este álbum, pues de eso ya se encarga de forma magistral Ricardo Chao Prieto —licenciado en Historia y experto medievalista— en su estupendo prólogo, así que no soy quien para suplantarle en la tarea. Tan sólo quiero destacar algunas ideas que me han parecido brillantes y me ha gustado mucho encontrar en este preámbulo a la historieta en sí, y que creo que también cualquier aficionado a dicha temática disfrutará enormemente de cara a la lectura.


Para empezar, y atendiendo al título con el que sus autores han designado este primer ciclo de la serie, el cronista nos explica la noción de frontera en un entorno, el peninsular de la ocupación islámica, en el que los límites eran siempre cambiantes. Bien conocida es la raya del río Duero que por un larguísimo intervalo de tiempo se convirtió en tierra de nadie, descuidada por los moros, pero donde a su vez los reinos del norte eran incapaces de imponer un arraigo efectivo. En ese tira y afloja que duró siglos enteros, trasladando los confines y modificando el contorno de los diferentes reinos cristianos y del al-Ándalus a medida que se sucedían los combates, acabarían por ganar terreno eventualmente hacia el sur los ejércitos de los primeros. Y ahí es donde surge el concepto de las 'extremaduras' que tan bien nos detalla Chao Prieto y que hoy identificamos forzosamente por dar nombre a la actual región occidental de nuestro país. Región ésta sobre la que veremos moverse a los personajes de la presente aventura, entre la cuenca del Tajo y del Guadiana, bien sea en calidad de los que la atacan o la protegen, bien en la de los colonos y aparceros allí instalados para reclamar el suelo hacia su bando, en nombre de Cristo o de Alá.


A esta oportuna cronología fácilmente comprensible, le sigue la historieta corta que desde hace ya unos meses los autores pusieron a nuestra disposición para dar a conocer a los personajes (si alguien aún no la ha leído, todavía puede hacerlo desde aquí). Esa es la finalidad principal de este mini-relato donde se presenta a nuestra épica pareja, formada por dos hombres que aunque luchen juntos son bien distintos entre sí, pero pertenecen a una misma filiación de la época: ambos son monjes-guerreros de la Orden Militar de Alcántara.

Por un lado tenemos a Frey Juan de Santihervás, de creencias y voluntad férreas, entregado al servicio de la Orden guardando sus reglas con una firmeza inquebrantable. Es el caballero perfecto, a pesar de que una lucha interior le consume y amenaza con desarbolar sus convicciones. Se le apoda Cruz Negra, pues la sangre de sus enemigos tiñe con frecuencia el símbolo que adorna su estandarte. De otra parte está Frey Alonso, con ese carácter más relajado y afable que se suele otorgar al correligionario leal y amigo irreprochable, por más que su severo cofrade se queje de los cánticos que acompañan los tañidos de su laúd y su propensión a los placeres terrenales impropios de los votos que ha pronunciado. Entre el coro de personajes de esta entrega hay algunos secundarios inquietantes, como la madre de Frey Juan y su escudero mudo, o el hassasin sirio al frente de la patrulla enemiga que vigila el área, y también está la familia de campesinos que representa el papel propio de la población civil en el escenario que se recrea; pero sin duda el protagonismo se centra en los compenetrados monjes-guerreros.


Tras la introducción y esta pequeña historieta de 9 páginas, nos sumergimos de lleno en la aventura principal del álbum. Como bien sabéis, espero cada nuevo trabajo de Pedro Camello con entusiasmo (y para no repetirme en este sentido, os remito a sus obras anteriores, los muy recomendables Treyes y Guido el Negro, de los que ya hemos hablado largo y tendido por estos lares). Su personal estilo caricaturesco se acerca más esta vez a un corte realista, idóneo para este tipo de historia, más fiel al medio argumental desarrollado. Además, las habilidades paisajísticas del dibujante saltan a la vista y se reflejan claramente en este tomo, sin olvidar su pasmosa destreza para el retrato de la fauna. El trazo dinámico que imprime a las viñetas de acción —aunque sean algo escasas en este primer número de La Frontera— es alucinante, y también hay que hacer hincapié sobre el limpísimo diseño gráfico de armas, piezas de equipo militar y trajes con los que viste a los personajes, fruto de sus profundos conocimientos por experiencia personal de estos aspectos (creo que ya comenté en una ocasión que entre sus intereses figura la participación en actividades de recreación histórica).


Y si el dibujo alcanza un grado extraordinario, no menos cuidado lo está el guión que realiza Miguel Gómez Andrea. Su interés por la Historia (es el autor de Mahabhárata, un cómic de épica hindú que también ha salido a la venta este año) se traduce en cada página y en los diálogos que intercambian los personajes, que se expresan con los modismos apropiados para el s.XIII sin errar en anacronismos léxicos como los que padecen otros títulos de género histórico, pero adaptándose a un lenguaje entendible y nada ampuloso. Una de las cosas que más me ha sorprendido del argumento es la introducción del componente ‘mágico’, no porque no me agrade —más bien todo lo contrario, en un fantasista como yo—, sino por inesperado, ya que imaginaba que la trama se ceñiría estrictamente a un entorno puramente realista. Así que veo con buenos ojos que haya recurrido a este ingrediente que le da más chispa todavía a la narración.

Por cierto, se nota que ha funcionado la química entre los autores de Cruz Negra y eso siempre repercute para bien en el resultado final: una obra confeccionada con mimo de amanuense (no en vano, han bautizado su taller de trabajo como Scriptorium Aljaba) y prestando siempre atención al menor detalle. Por último, junto a Gol y Camello, no es menos destacable en la apariencia definitiva de este cómic la intervención en calidad de colorista de Lola Aragón, que aporta unas suaves y bien distribuidas tonalidades, muy agradables a la vista (el color está mejor aplicado, a mi entender, en la aventura principal que en el mini-relato previo; sin que por ello el de éste último deje de ser correcto). El diseño del atrayente logo es de Fran Aguilera.


Y llegamos a los extras, que ponen el broche de oro de este gran cómic. Guionista y dibujante han trabajado codo con codo para concebir una obra tan entretenida como creíble desde un punto de vista instructivo, pero con un toque desenvuelto para que en ningún caso resulte aburrido. Enlazadas en el argumento nos encontramos pinceladas que enriquecen el contexto de la historieta: en las conversaciones de los personajes, por ejemplo, surgen figuras relevantes de este primer tercio del s. XIII, como el rey Alfonso IX, o se habla de la fase por la que atraviesa la Reconquista en ese momento, como la dilación en la toma de Trujillo por parte del Reino de Castilla. Asimismo, se modelan las condiciones de aquella sociedad a merced de los avances y repliegues de las tropas de ambos rivales, observándose una práctica frecuente en la población local la conversión interesada a una u otra fe si querían no verse despojados de sus pocos bienes y aspiraban a mantener una existencia mínimamente estable. ¡Incluso se nos regala una bella estampa del arco cuadriforme o tetrapylon de la ciudad romana de Cáparra!


Al hablar de documentación es obligado un apunte por lo que respecta a las Órdenes Militares que surgieron en la Península Ibérica a imitación de los Templarios y de otras grandes organizaciones castrenses y religiosas de la Edad Media. Así, podemos hablar de las Órdenes de Santiago, de Calatrava, de Montesa y de Alcántara, circunscritas respectivamente al noroeste peninsular, la meseta central, Aragón y la región levantina, y la zona que abarca la actual frontera hispanoportuguesa, más o menos. Ésta última, denominada desde sus comienzos como Orden de San Julián del Pereiro (en honor a la fortaleza de la que era originaria), es la que acoge en sus filas a nuestros caballeros protagonistas, que lucen sobre sus túnicas blancas y escudos los símbolos primitivos de la misma, un peral desraizado, sustituido más tarde por la cruz de sinople flordelisada. Como ya daba por sentado, conociendo la forma de trabajar de Pedro y las temáticas que más le agradan, ninguno de estos detalles podía quedar al azar. Por eso, una de las curiosas secciones que componen estos extras y que he disfrutado a fondo es La Armería, donde el dibujante analiza las distintas partes del conjunto del caballero tipo de ese período. Bocetos, ilustraciones, comentarios y otros añadidos que tanto nos gustan, también forman parte del material adicional con el que se cierra el volumen. Pero quede claro que se aprecia una intención de no saturar al lector de datos e información complementaria, sino de hacer un buen uso de ésta al servicio de la narración.


La edición de Aleta (vieja conocida de Pedro Camello) luce sobre un bonito tomo cartoné de 64 páginas —reducido en tamaño respecto del estándar álbum europeo— cuidado al milímetro, desde las guardas hasta las páginas de extras, pasando por la genial intro y las dos historietas que contiene. Pero la única pega es que, a pesar de ser tan completo, se nos hace inusitadamente corto en general. Con ciertos pasajes ocurre un poco lo mismo: por ejemplo, la lucha contra el sirio (si bien luego descubrimos que la secuencia fue ideada para resaltar la vehemencia del choque en el lapso de sólo unos pocos segundos) sorprende que se resuelva de un modo tan fulminante. Esto me hace pensar que quizás hubiera sido mejor unir la totalidad del relato en un solo volumen, en lugar de dividirlo en dos partes; pero claro, eso nos habría privado de disfrutar ahora de esta aventura, con el consiguiente impacto también en el precio. Por otro lado, me encantaría que se hubiesen incluido aún más extras; pero entiendo que hay unas dimensiones que respetar en este aspecto.


Supongo que la sensación de brevedad aludida es normal cuando una obra te deja con ganas de seguir leyendo... Por suerte, no habrá que esperar mucho para su continuación, ya que los autores andan de nuevo manos a la obra (en la web de Pedro Camello ya podéis ver alguna de las planchas a tinta de la segunda entrega). Cruz Negra era un tebeo muy ansiado por mí y que ha satisfecho plenamente mis expectativas. Confío que funcione de maravilla y que tenga un recorrido editorial favorable, siendo La Frontera sólo el comienzo de una serie regular. Así pues, uno mi voz a la de los Fratres de Cáceres que figuran en la simpática actuación del video promocional (al que os redirijo, en el post de novedades del mes pasado), y exclamo junto a ellos: «¡Por los clavos de Cristo, no nos quitéis nuestro Cruz Negra!»

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Si queréis conseguir un ejemplar de este primer tomo de Cruz Negra: La Frontera, de Gol y Pedro Camello, recién publicado por Aleta Ediciones, estad atentos al blog en los próximos días. ¡Celebraremos un sorteo en el que podréis llevaros a casa este magnífico cómic!

13 comentarios:

Mr. Gibson dijo...

Siempre andamos igual y yo mismo me pongo de ejemplo: he estado en Stonehenge y Newgrange y no he visitado un dolmen que está a escasos 20 km de mi casa...
Con nuestra historia pasa igual, no le hacemos mucho caso y prestamos más atención a lo lejano y exótico, supongo que tendrá que ver con la personalidad humana.
De todas formas, creo que el Guerrero del Antifaz se desarrollaba en aquella época de la reconquista aunque no lo aseguro al cien por cien.

Mr. Gibson dijo...

De tus reseñas leo la introducción y paro cuando empieza la sinopsis por si en un futuro leo la obra, ya que me gusta ir "virgen" al encuentro de la historia. Por esto se me había escapado la ilustración donde aparece la ciudad romana de Cáparra, que mira tú por donde y aludiendo a mi comentario anterior sí que he visitado, aunque por aquel tiempo estaba abandonada y dejada de la mano de Dios. Desconozco si en la actualidad estará mejor conservada que entonces.

Jolan dijo...

Hola Mr. Gibson.

Buff, ejemplos sonrojantes de ese tipo tengo yo unos cuantos: es, como poco, extraño conocer los palacios minoicos de Creta, los castillos cátaros del sur de Francia o las ruinas de Éfeso en Turquía, por ejemplo, y... apenas haber estado de paso en Toledo. Como lo tenemos al lado siempre nos decimos que ya habrá tiempo de ir y al final... :(

Cáparra yo no lo conozco, aunque me parece que no quedan muchos más vestigios en pie que el famoso arco.

¡No había caido en El Guerrero del Antifaz! Es un perfecto ejemplo de cómic basado en esta época, pero como no lo he leído (se está reeditando ahora, creo), no me di cuenta de citarlo... Seguro que habrá alguno más, aunque no creo que muchos.

Esta reseña se puede leer sin temor a destriparse nada del argumento que no cuente más o menos la sinopsis. ¡Lo siento... a veces me pongo a escribir y se me va la mano contando más cosas de las que debiera, es verdad! Pero sí, en cualquier caso, te animo a leerte primero el cómic y ya me dirás después qué te ha parecido.

Saludos!

Jolan dijo...

Por cierto, acabo de actualizar la entrada añadiendo una nota al final acerca del sorteo que celebraremos dentro de poco por aquí: ¡hay un Cruz Negra en juego! :)

Mr. Gibson dijo...

Pues participaremos a ver si la suerte nos acompaña. Saludos.

Txema dijo...

¡Cuanta razón tienes/tenéis en eso de que muchas veces ninguneamos lo propio! A mi me ha pasado igual, conozco algunos sitios lejanos a los que he viajado expresamente para ver tal o cual monumento, castillo o escenario de una batalla y en cambio muchas veces he terminado descubriendo que al lado de casa tenía algo tanto o más interesante que ver.

Apunto esta interesante recomendación que tiene una pintaza estupenda. Y estaré al tanto de ese sorteo ¡a ver si hay suerte!

Un saludo.

Pardi dijo...

Lo compré ayer también en el Expocómic dedicado por Pedro, y estoy deseando poder leerlo. Me comentó que estuviste en la FNAC el viernes,es una pena que no coincidimos. Yo estuve con ls franceses de la editorial Netcom2, Frank Le Gall, Jose Luis Povo y Sergio Bleda.... Salu2

Jolan dijo...

Pardi: Precisamente acabo de subir mi crónica sobre el Expocómic de este año, y veo que hemos buscado a los mismos autores para conseguir firmas y dedicatorias, jeje. Yo también estuve tanto con Pedro Camello como con Jose Luis Povo, así que no hemos debido de coincidir por poco, me temo.

Supongo que mostrarás en tu blog las dedicatorias de estos días, así que las veré pronto.

Ya me contarás qué te parece Cruz Negra. A mí me ha gustado mucho.

Saludos.

Raistlin dijo...

Pues me suena muy, MUY interesante. Y es que además soy extremeño, así que tengo bastante curiosidad por una obra ubicada en mi tierra :-)

Estoy totalmente de acuerdo con lo que comentas cuando dices que tenemos una historia totalmente desaprovechada en España. Con la cantidad de conflictos y situaciones que hemos vivido, se podrían sacar relatos heróicos e históricos como churros. Otros países saben explotar mucho mejor su historia en ese sentido.

Estaré pendiente de esta serie, pero lo único es que me gustaría esperar a un retapado, no soy muy fan de los cómics de 64 páginas...

Jolan dijo...

Hola Raistlin,

Anda, pues siendo extremeño no te lo puedes perder! :) Dentro encontrarás menciones que te agradarán bastante.

Imagino que el retapado llegará; pero aún está pendiende la salida del 2º tomo de La Frontera, así que puede que tarde lo suyo. Si te animas, puedes participar en el sorteo y llevarte el tomo dedicado!

Saludos.

Raistlin dijo...

Pues he pensado lo del sorteo, pero es que no he leído las novedades, y votar por votar no me parece que sea lo correcto (es mi visión personal del honor, prefiero que se lo lleve otro que sí vote en consecuencia xD).

Estaré pendiente de este cómic, no obstante!

Saludos Jolan.

Santiago Bobillo dijo...

Ya me lo he leído... ¡y tengo qué confesar que me ha encantado! Tengo que reseñarlo un día de estos...

Mucha razón tienes con lo de no nos damos cuenta de la gran historia que hay detrás de España. Menos mal que hay obras como esta que nos lo recuerdan.

De obras que recreen el medievo español, hay alguna que se centra en los almogavares, como Martín Almogavar ( http://www.martinalmogavar.com/?p=53 ) o El ejercito errante ( http://www.tebeosfera.com/imagenes/numeros/9/5/publicaciones-F597-199-117-795.jpg ). Juraría además que un japonés hizo un manga sobre Pedro el Cruel, pero en estos momentos soy incapaz de hallarlo...

Jolan dijo...

Es un pedazo de cómic, y el dúo formado por Camello y Gol unos fenómenos por lo que han hecho con este tebeo. No sé si sabes que la segunda parte va viento en popa. Ya han aparecido su portada (hace poco la subí a twitter) y algunas planchas. Creo que estará listo en torno a septiembre, si mal no recuerdo lo que me comentó Pedro.

Gracias por los enlaces; les voy a echar un vistazo. Y estaré atento por si te animas a subir una reseña de CN!

Saludos!

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